Washington.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dice estar tan ocupado que no pudo comprarle un regalo a la primera dama Melania por su cumpleaños, así que la invitará a una cena romántica en el Air Force One.
Los Trump partieron rumbo a Roma el viernes para asistir al funeral del papa Francisco este sábado, cuando Melania cumple 55 años.
Pero en lugar de quedarse después para cenar en alguna de las trattorias de la capital italiana volverán directamente de regreso a Estados Unidos.
El magnate de 78 años reconoció que puede que no sea la mejor manera de celebrarlo.
Tiene un cumpleaños de trabajo”, declaró Trump a los periodistas en el avión presidencial que transportó al matrimonio en el primer viaje al extranjero del republicano desde su regreso al poder.
A poco de celebrar los 100 días del frenético inicio de su segundo mandato, Trump dice pasarse los días buscando acuerdos sobre aranceles, Ucrania, Irán y Gaza, sin tiempo para mucho más.
No he tenido tiempo de comprar regalos; he estado bastante ocupado”, comentó.
Cuando le preguntaron si llevaría a Melania a cenar para celebrar su cumpleaños, respondió: “La llevaré a cenar en el Boeing, la llevaré a cenar en el Air Force One”.
Trump bromeó diciendo que podría llevarla al “nido de víboras” para que hable ella misma con los periodistas.
Donald y Melania Trump subieron juntos al Air Force One en una base aérea a las afueras de Washington.
La primera dama lucía una gabardina larga y gafas de sol.
Los Trump llevan vidas prácticamente separadas desde que él asumió el cargo.
Melania pasa la mayor parte del tiempo en Nueva York, donde su hijo Barron, de 19 años, estudia en la universidad.
Pero han hecho algunas apariciones juntos, como este lunes, para un acto tradicional de Pascua en la Casa Blanca.
El año pasado, la pareja pasó su cumpleaños separada: Melania en Florida y Trump en Nueva York para un juicio por el pago de dinero para silenciar a la estrella porno Stormy Daniels.
Relación entre Melania y Trump
La relación entre Melania y Donald Trump ha estado marcada por una constante distancia pública y privada. Desde el inicio del mandato presidencial de Trump, ambos han llevado vidas paralelas que rara vez convergen.
La primera dama ha mantenido una agenda propia, residiendo largas temporadas en Nueva York junto a su hijo Barron, mientras Trump se mueve entre Washington y sus múltiples compromisos políticos y legales.
Este distanciamiento se ha visto reflejado en momentos clave, como la celebración de cumpleaños separados o la escasa interacción afectiva en actos oficiales.
A pesar de los gestos públicos que buscan proyectar unidad, como apariciones en Pascua o viajes diplomáticos, la prensa ha documentado que su vínculo personal es reservado y, en ocasiones, tenso. Las expresiones corporales y los discursos han dado pie a muchas interpretaciones sobre una relación más protocolaria que emocional.
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