La pluma del viajero

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“De re-formas”

 Abelardo Verrones, con V, no sólo es un canijo como pocos, también un amante de la historia de México y todas sus “Aberraciones evolutivas” como suele llamar a todas las transformaciones que la nación ha tenido desde que los tricolores estuvieron en el poder. Le encantan los perros. Tiene un Pit Bull mal crecido y eclipsado al que le puso El Degollado, y no sólo porque ya se le andaba ahorcando cuando se le ocurrió atarlo un día que simplemente se había portado mal, sino porque el canino es tan liberal como el mismísimo Santos Degollado. Lo había recogido de las calles medio muerto y en su momento de buen samaritano lo había llevado a casa. Y es que la verdad, aunque ya quiero llegar al punto de esta columna, también quiero hablar un poco de este monstruoso perro liberal que por más Pit Bull que sea está medio atolondrado, temeroso, orejas gachas y sin algunas piezas dentales. Hace tiempo no quiso alimentarse más y mi amigo Abelardo se dio cuenta que no quería las sobras qué su amo dejaba y mucho menos del alimento de las gallinas. El día que, colérico, mi amigo lo agarró del cuello, le dio dos o tres cachetadas por haberse comido tres de sus cuatro gallinas, el Degollado le tiró tan tremenda mordida que mi camarada fue a dar al hospital. Desde entonces el Degollado ya no está atado, tampoco comparte comida con las nuevas gallinas porque ya come croquetas, y en el mejor de los casos, ya no se come los nuevos pollos y ya tiene una casita de madera en cuyo frontal su nombre está en letras de colores.

Siendo su vecino le tengo miedo a su perrito que aunque se mira inofensivo, tiene su identidad, amor propio y se da a respetar. Su patria y su territorio es ese, el patio de su casa y su amo, al que cuida y respeta desde que le dio reconocimiento, su espacio y su dignidad.

La vida del Degollado me recuerda al México pre reformista, ese país que vivía ahora sí como decía mi abuelo Cleto, “Los de arriba rascándose las pelotas y los de abajo limándoles las uñas para que el raspado fuera más delicioso”. Los liberales liderados por Juárez sabían y hartos estaban de los excesos de los denominados nobles y eclesiásticos. Las comodidades que ambos grupos tenían eran tan grandes que los niveles más bajos en la nación los veían como inalcanzables. Bueno, no tanto que quisieran darles alcance, pero al menos sí que compartieran un poquito de los beneficios que les daba su posición económica. La iglesia era inmensamente rica, y no soltaba un centavo al quejumbroso, al contrario, exigía limosna generosa durante la misa. La iglesia estaba seccionada. Los asientos principales eran de los ricos y los traseros de los pobres. Sin duda la reforma al sistema colonial era urgente. La corrupción doctrinal y económica era tan grande que la gente ya no sabía si aquella manera de vivir era un castigo de Dios o una invasión diabólica. Las reformas siempre son bruscas y son justamente eso, re formar, darle forma a lo ya creado, moldearlo. Jamás se podrá saber si una reforma profunda funcionará si ésta no se pone en un plano real. Las míticas leyes reformistas de Juárez cayeron tan de peso que hasta países afectados les hicieron la guerra a México. La afectación vino cuando la economía cayó al suelo y el Benemérito dijo: Alto a los pagos a la deuda. Algunos países indignados se hicieron a la mar para obligarlo por las armas a pagar, pero sabio, Juárez los convenció, pero no a Francia, que en unión de traidores a la patria que eran los conservadores, le hicieron la guerra. Pero siempre hay héroes dispuestos a darlo todo y Santos Degollado e Ignacio Zaragoza fueron un par de ellos. La reforma del oaxaqueño trajo muchos beneficios que a la fecha se siguen saboreando.

Hoy la reforma judicial a creado un escándalo tan enorme, pero como siempre sucede, los perdedores o los que no desean les quiten los millones de los bolsillos son los que se oponen y hablan pestes contra quien, primero, propuso, y luego de quienes votaron a favor. Esta reforma judicial podrá traer sus beneficios y tal vez perjuicios, eso se sabrá en el camino. Troya ha ardido porque Morena entró en el caballo, a los curules, al senado siendo mayoría, pero no con engaños, si no por voluntad del mismísimo pueblo.

Una reforma solo lustra a un país viejo y carcomido. Una reforma moldea, purifica, oxigena lo que otros taparon.

México ha pasado por muchas reformas y todas han hecho del país esta cosa que ahora tenemos, donde vivimos.

Ahora México es como el Degollado, el perrito de mi amigo Verrones, con V, libre, con identidad y siendo él mismo. Adieu.

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