La pluma profana de El Markés

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“La necedad de ser necio”

Corría el año 2019 cuando una extraña enfermedad proveniente de tierras lejanas, venía a hospedarse en territorio nacional. El miedo comenzó ainvadir el espíritu de todos y ante tal miedo, no tuvimos opción más que resguardarnos en casa y tenerle miedo hasta al miedo. Toser era ser condenado y echado del transporte público, de la escuela y hasta de los templos. Las familias se rompieron porque si el abuelo enfermaba, nadie quería estar con él, o si le tocaba al padre o a la madre, lo correcto era alejarse y dejarlo a la buena de dios. La presencia del Covid en nuestro país fue terrible. Nadie estaba preparado pues la desinformación llenó tan pesadamente el ambiente que la reclusión fue el arma más poderosa para evitar se contagiados.

Junto con la terrible enfermedad, se apostó la ignorancia y en la creencia de que alguien había sembrado la enfermedad entre nosotros, se culpó incluso a las farmacéuticas, al presidente de los Estados Unidos, a los rusos y hasta a unos chinos que deseaban destruir América o eliminar una buen aparte de la población humana.

Si usted desea morir, pues no detenga tan presurosa decisión, pero por favor, no piense por otros, no actúe en representación de otros. Esto parecería descabellado, sin embargo, en pleno 2023 y cuando creíamos que todo con respecto al Covid estaba visto, no es así. Cientos de personas han muerto en México luego de que la vacuna ya se ha distribuido a lo largo y ancho del país y del planeta. Lo más curioso del caso y lo que mucho ha llamado la atención de los médicos, es que la mortandad no se ve tanto en personas jóvenes o maduras, sino en su gran mayoría adultos mayores. La alarma se enciende cuando las autoridades sanitarias comienzan a darse cuenta que los hijos no llevan a vacunar a sus padres mayores bajo la presunción de que no es tan importante, de que ya para que o de que esa vacuna es un fraude y así, bajo mil pretextos es esta sección de la sociedad la que ha perecido ante los rigores de una enfermedad que sigue presente y es que en realidad el Covid nunca se ha ido, siempre ha estado y lo estará como una enfermedad estacionaria. Si bien es cierto que se ha dominado en cierto modo y que gracias a los medicamentos se ha frenado, esta sigue vigente. Nuestro aire y mucho de lo que tocamos están contaminado, pero si la vacuna irriga tu cuerpo, se es más resistente. No vacunar a las personas vulnerables es un delito que debería de pagarse con cárcel. Es injusto, inhumano y perverso que en este tiempo todavía existan personas que crean que dicha enfermedad es una fantasía y no solo eso, que con todo y que no desean vacunarse por tontos prejuicios, involucran a padres e hijos, personas que dependen de ellos y hace de una decisión personal, una terrible decisión de condenarlos a la muerte. Y no es algo que me esté inventando, a últimas fechas y con la elevación de las cifras de muertos por Covid en Tamaulipas, los conocedores han dicho que los que han muerto, en su mayoría adultos mayores, no estaban vacunados. Desafortunadamente tampoco lo estaban sus hijos que por ignorancia no creían en la efectividad del medicamento y por lo tanto, ni ellos ni sus hijos y muchos menos sus padres adultos mayores, fueron inoculados. Es una mala costumbre pensar por otros, opinar por otros y en el peor de los casos, decidir por otros. Es así que esta comunidad de ancianos ha ido perdiendo la batalla contra dicha enfermedad a causa de la ignorancia de los hijos, y que, como muchos testimonios que ha habido, los ancianos desean ir y vacunarse, pero los hijos, de quienes dependen por la dificultad para moverse, han decidido que no es necesario.

Y nada más por eso vuelvo a decir, Si usted desea morir, pues no detenga tan presurosa decisión, pero por favor, no piense por otros, no actúe en representación de otros, muérase, pero no se lleve entre los pies a un semejante, a una persona que de un modo y otro todavía tiene muchas cosas por hacer con todo y que ya tenga ochenta, noventa o hasta cien años.

Seamos responsables y llevemos a nuestros ancianos a vacunarse. Tamaulipas ahora llora por haber sido un tanto incrédulos, pues si la cosa sigue así, el estado se quedará in sabiduría, de quedará sin las personas que poseen la más enorme sapiencia.

La medicina está a nuestro alcance. Recordemos aquellos días en los que la llegada de la vacuna estaba súper lejos y sentíamos que no llegaríamos a ese momento de gloria en la que ya no importaba el piquete en el brazo, sino el estar a salvo y con pocas probabilidades de ser contagiados. Si bien la vacuna no te vuelve inmune ni inmortal, lo que así es cierto, es que las posibilidades de perecer son muy pocas. Adieu.

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