KAZAJISTÁN.- El presidente de Kazajistán, Kassym Jomart Tokayev, rechazó el viernes cualquier negociación con los manifestantes y autorizó a las fuerzas de seguridad a disparar “sin aviso previo” para poner fin a las protestas que sacuden el país.
El mayor país de Asia central ha sido escenario de una revuelta que estalló el domingo en las provincias, tras una subida del precio del gas, y se extendió a otras ciudades, y sobre todo a Almaty, la capital económica, donde las manifestaciones se convirtieron en violentos y caóticos disturbios.
Un contingente de tropas rusas y de otros países aliados llegó el jueves a esta antigua república soviética para apoyar al gobierno y proteger los edificios oficiales, junto a las fuerzas de seguridad locales.
En este sentido, Tokayev dio las gracias al presidente ruso, Vladimir Putin, quien “respondió muy rápidamente” a su pedido de ayuda.
“He dado la orden de disparar a matar sin aviso previo”, dijo Tokayev, en un discurso difundido por televisión, añadiendo que los “terroristas siguen dañando los bienes y usando armas contra los ciudadanos”.
Tokayev rechazó cualquier negociación y prometió “eliminar” a los “bandidos” que han provocado estos disturbios, que según él son “20 mil” y tenían “un plan claro”.
“¿Qué tipo de negociación se puede tener con criminales, con asesinos? Nos hemos enfrentado a bandidos armados y entrenados (…) Hay que destruirlos y es lo que haremos en poco tiempo” agregó.
Asimismo, consideró que “son los medios libres y algunas personas quienes, desde el extranjero, juegan un papel instigador” en esta crisis.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente francés, Emmanuel Macron, pidieron por su parte el “fin de la violencia” y “moderación”.
En cambio, el presidente chino, Xi Jinping, aplaudió las “medidas fuertes” tomadas por el gobierno kazajo contra los manifestantes.
El viernes por la tarde, en las calles de Almaty seguía habiendo vehículos calcinados y charcos de sangre, aunque la circulación se fue reanudando poco a poco, en tanto los camiones blindados de la policía patrullaban, observaron periodistas de la AFP.
La fachada del Ayuntamiento, incendiada el miércoles, como la residencia presidencial, estaba ennegrecida y el humo continuaba filtrándose por las ventanas.
El gobierno ruso indicó que sus militares empezaron a “desprenderse de algunas de las tareas que se les habían asignado” en Kazajistán y que el aeropuerto de Almaty estaba “completamente bajo control”.
Previamente, el mandatario kazajo había declarado que el orden constitucional había sido “ampliamente restablecido en todas las regiones”.
Por su parte, el Ministerio del Interior informó que 26 “criminales armados” murieron y que todos los edificios administrativos fueron “liberados y puestos bajo mayor protección”, con 70 puntos de control instalados en el país, según un comunicado.
Las fuerzas de seguridad reportaron 18 muertos y 748 heridos entre sus efectivos. Hasta la fecha, más de tres mil 800 personas han sido detenidas.
Sin embargo, estas cifras no se han podido contrastar con ninguna fuente independiente, y el gobierno no ha aportado ningún balance de los civiles, al margen de los manifestantes.
“La operación antiterrorista continúa, los militantes no han depuesto las armas. Los que no se rindan serán eliminados”, agregó Tokayev este viernes.
La intensidad y el carácter súbito de estos disturbios han causado impacto en Kazajistán, un país de 19 millones de habitantes, rico en recursos naturales y reputado por su gobierno tan estable como autoritario.
Las autoridades intentaron inicialmente calmar a los manifestantes, sin éxito, al conceder una baja del precio del gas, destituyendo al gobierno e instaurando un estado de emergencia y un toque de queda nocturno en todo el país.
Al margen del alza de precios, la cólera de los manifestantes estaba dirigida contra el expresidente Nursultán Nazarbáyev, de 81 años, que dirigió el país de forma autocrática desde 1989 a 2019, y conserva una gran influencia. Es además considerado el mentor del actual presidente.
El opositor kazajo, Mujtar Abliazov, refugiado político en Francia, declaró el viernes a la AFP que se había puesto en marcha una “revolución” en su país y denunció que Kazajistán esté “ocupado” por las fuerzas rusas.
“Considero que este es el fin del régimen, la única cuestión es saber cuánto tiempo tomará”, indicó.
Algunos medios kazajos afirmaron que Nazarbáyev y su familia abandonaron Kazajistán, pero esta información no pudo ser verificada con una fuente independiente.
El jueves, la ONU instó a todas las partes a “abstenerse de cualquier violencia”, y Estados Unidos pidió una “solución pacífica”.
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