“Zona de intolerancia”

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James Myler creyó encontrar la libertad al declarar a su madre su orientación sexual. A sus nueve años optó por confesar que tanto en su mente como en su cuerpo algo lo colmaba de pensamientos y gustos muy diferentes a los de los demás niños. La mujer lo sabía sin que él se lo declarara. Se enunció gay ante la inesperada respuesta de su madre diciéndole que igual lo amaba.

Con el apoyo de su progenitora en la mochila y sintiendo que el siguiente paso terminaría por dejarlo ahora sí en una absoluta libertad, optó por declarar a sus compañeros de clases a unos cuantos días de haber iniciado el ciclo escolar, que sus preferencias apuntaban a la homosexualidad.

Lejos de recibir una palmada en el hombro, James recibió a cambio una sarta de vejaciones, abusos, ofensas y hasta golpes. Sumido en la tristeza y en el agobio, cedió cuatro días después de su declaración a menospreciar la vida y quitarse la existencia de un solo golpe. Lo hizo luego de que más de uno se burló de él al tiempo que lo incitaba a quitarse la vida. Vejado, humillado y con un hondo reconcomio optó por andar el sendero más sencillo, el de la soledad que lleva irremediablemente al adolescente solitario a convencerse que su vida aquí ha terminado y que su ausencia no causará mermas emocionales en nadie pues a nadie le importaba.

Denver, esa linda ciudad del estado de Colorado se tiñó de luto y vergüenza por el cruel deceso de quien todos consideraban un niño alegre y bromista. Sin duda alguna quienes fueron culpables de ese acoso escolar cargará por siempre con esa culpa.

La sensibilidad humana se ha ido consumiendo conforme el planeta se ha inundado de una sobrepoblación cada vez más exigente. Las ciudades grandes están llenas de ira e insensibilidad. Lo vemos en horas pico en las que las prisas, los retrasos y la falta de cordura hacen que los enfrentamientos en vía pública sobrepasen la fraternidad.

Es justamente el vivir en esta zona de intolerancia lo que ha causado que personas sin escrúpulos sustraigan a menores de edad que son desmembrados para vender sus órganos. Ni qué decir de quienes jugando un juego del amor engañan a jovencitas para ser llevadas a sitios donde son utilizadas sexualmente, aprovechándose del enamoramiento en que han sido envueltas. Luego son maltratadas psicológicamente y sacar el mayor provecho posible de la situación, incluso con maltratos físicos, de una manera cruel, éstas jovencitas, de pronto se encuentran en un reducido mundo de dolor, en un encierro y aislamiento, alejándose de sus padres y encontrándose ahora más solas que nunca. Esto puede llevar a un grado de desesperación, al sentir el poco valor que les muestra la persona en quien pusieron toda su confianza y anhelos. A partir de este tipo de decepción, ante la frialdad de los corazones insensibles, muchos niños y niñas toman la decisión de salir por la puerta falsa.

Las zonas de intolerancia existen por doquier, sin embargo, una de las más peligrosas sin lugar a dudas en la del hogar. Estamos sobrepasados de noticias en las que los padrastros, tíos, abuelos y otros parientes cercanos abusan de los menores. El abuso bien puede ser verbal, sexual o de otra índole.

Otra de las zonas de injusticia son las peleas estudiantiles que llenan las redes sociales. En ellas la estupidez de la violencia sobrepasa cualquier raciocinio. Lo peor viene cuando un tercero graba la escena como si fuese un coliseo romano.

Los asilos de ancianos son una zona de intolerancia tristísimo. Cientos de personas de la tercera edad son desechados por los hijos colocándolos en sitios donde si no todos, sí una gran mayoría son maltratados por los empleados de estos sitios de reposo.

El hogar, es el lugar en que se debe sembrar la semilla de los buenos modales, la estabilidad que otorga el vivir rodeados de una familia amorosa, las muestras de apoyo, la estimulación y motivación, son grandes tesoros que permiten un crecimiento y desarrollo de niños felices y confiados en que todos los problemas tienen solución. Los niños que cada día observan buenos ejemplos de sus padres, sin duda crecerán con la mentalidad clara en que la vida es hermosa y  verán el futuro como una gran posibilidad de mejorar constantemente este mundo de que, aunque aglomerado de gran cantidad de perversidades, siempre alrededor existirá la belleza de las almas generosas y dispuestas a ayudar al prójimo.

Mire a su alrededor y empiece por su hogar. Elimine las zonas de intolerancia que incluya el abandono de los hijos cuando envuelto en las redes sociales se olvida de una buena charla real al optar por una virtual. Adieu.