“Yukaima, la reina wixárika”

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Muchos dicen que fue el efecto Yaritza lo que llevó a Yukaima González a convertirse en la primer indígena wixárika a convertirse en toda una representante de la belleza nayarita. Basta verla para saber que nada tiene qué ver la candidata al Oscar para relacionarla con tal suerte. Su belleza es netamente mexicana y aunado a eso la preciosura con la que fue confeccionado su traje a participar fue una perfecta amalgama que le llevó al triunfo.

No hace mucho vimos a la actriz de Roma participando en un corto de Plaza Sésamo. Haciendo alusión a la importancia de la mujer en el mundo y su búsqueda de la libertad y su libre expresión como género, expuso, junto al personaje de Abby Cadabby la siguiente expresión: “Si puedo imaginarlo, puedo lograrlo”. La lucha tan cruenta y desagradable que la actriz sigue padeciendo a mano de los propios mexicanos sigue en pie. Tal ofensa no es algo nuevo, ella de sí misma expresó que desde muy niña habían querido atajarle los sueños. En una entrevista expuso: “Me decían de pequeña que para qué estudiaba, que era mujer y tenía que quedarme en la casa. Que me iba a casar y ese era mi futuro. Pero crecí en una familia increíble que me decía que el hecho de que fuera mujer no me impedía hacer cosas, viajar y luego, si quería, casarme”

Nos sorprende el parecido que la nayarita tiene en sus expresiones cuando se le cuestiona sobre cuál es su pensamiento con respecto a la discriminación que existe en el país:

“Estoy convencida de que se vale soñar y que no importa los estereotipos, todos somos valiosos… Muchas personas me dijeron que yo no podía participar en un certamen de belleza y mírenme; hoy estoy aquí parada y feliz luchando por uno de mis sueños. Considerando que las mujeres podemos ser vistas de la misma manera para que haya una mejor sociedad”.

El tan golpeado mundo indígena se colmó de un verdadero júbilo cuando de entre un grupo de 15 participantes, todas ellas hermosas y de diferentes rincones del estado de Nayarit, la ganadora fuera la originaria de una etnia wixárika del municipio de La Yesca. Su traje confeccionado completamente en chaquira representaba el ojo de Dios, deidad huichol. El teatro AlíChumacero, en el centro de la ciudad de Tepic se llenó de aplausos y vítores. Familiares, amigos y cientos de mexicanos celebraron una victoria más de la realeza mexicana que de a poco va despuntando en un mundo egoísta. Las otras participantes, muchas de ellas procedentes de familias conocidas y que muchos creían poder ser las ganadoras, igualmente quedaron estupefactas al saberse desplazadas por una chica que no tenía tantas posibilidades. El jurado, cuyos acuerdos coincidieron, celebró igualmente el resultado.

La estudiante de licenciatura en cultura física y deporte en modo alguno es una improvisada, como muchas otras en el país y siendo de origen indígena, lucha en medio del desafío económico para sobresalir. Yaritza por su parte, era maestra cuando fue descubierta por Cuarón. Hoy nos damos cuenta que los sueños se verifican únicamente cuando se va tras de ellos y no como una mera ensoñación sin trabajo.

El modo tan vergonzoso con el que fue tratada la actriz de Roma únicamente dejó muy en claro nuestra falta de sensibilidad ante la realización de los demás. Nos cuesta mucho aceptar que otros se superen siendo mucho más jóvenes que nosotros. Nos duele el éxito ajeno en lugar de celebrarlo. Somos jarrones vacíos, sin una gota de agua que alivie la sed de nadie. Somos incapaces de compartir, incapaces de brindar ayuda al que menos tiene.

Hoy Yukaima nos ha dado una gran lección de vida. Podremos creernos muy elevados y amparados por la tecnología; podremos creer que por vivir en una situación económica acomodada o vivir en una ciudad grande somos mucho mejor que otros. Lo que nos hace grandes sin lugar a dudas es la nobleza y la inteligencia. La nobleza para no perder el piso y la inteligencia para saber explotar nuestras virtudes al servicio de los demás.

Liberarse de la opresión de un país sobre el tuyo, es mucho más fácil que liberarse de la avasallamiento de connacionales afanados en mirarte en el suelo. Somos buenos para alabar al extranjero, llorar por el triunfo de tal o cual deportista foráneo, pero somos malos para celebrar lavictoria de un nacional.

Hoy el mundo indígena se eleva a base del esfuerzo, de la pericia, de la inteligencia y no amparados por la codicia y las envidias. Es tiempo de analizar nuestros apegos, nuestros sueños y lo que deseamos del porvenir. Nada más noble como ver a los demás brillar y dejarnos iluminar por un resplandor que, aunque sea ajeno, nos alumbra y nos inspira. Adieu.

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