Valla fronteriza, con mano de obra mexicana

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febrero 19 2017, 4:50 pm

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CIUDAD JUA?REZ.- Jale es jale y hay que ponerle, aquA� y en China; yo no me agA?ito A?por quA� iba a agA?itarme?a�?. Nacido en ciudad JuA?rez, RamA?n es uno de tantos obreros que construyen un nuevo muro entre MA�xico y Estados Unidos, sin remordimiento o preocupaciA?n. a�?Si no lo hacemos nosotros, alguien mA?s lo va a hacer. Ni Trump ni el patrA?n pagan bien, pero hay que seguir dA?ndolea�?, aA�ade el joven albaA�il.

La obra se lleva a cabo en el lado estadounidense. Es la zona limA�trofe entre Anapra, una de las colonias mA?s pobres de JuA?rez, Chihuahua, y Sunland, Nuevo MA�xico, que en contraste es un suburbio residencial de lujo de la zona metropolitana de El Paso, aunque esta ciudad se ubica en el estado de Texas.

Este nuevo muro no es el que tanto ha promovido el presidente de la vecina naciA?n, Donald Trump. Su construcciA?n comenzA? en mayo de 2016 y en realidad se trata de una renovaciA?n, pues en esta parte de la frontera habA�a una malla de unos tres metros de altura, fA?cil de penetrar para ingresar a territorio estadounidense.

Ahora, cuadrillas de trabajadores, conformadas por mexicanos o hijos de A�stos que radican legalmente en EU, sustituyen la vieja malla por unas barras de metal de unos seis metros de altura, cubiertas de lA?mina en la parte superior.

En la frontera de Chihuahua con Texas y Nuevo MA�xico, que abarca unos 715 kilA?metros, hay zonas en las que no existe barrera que impida pasar de una naciA?n a otra: unos tramos tienen malla; otros, el nuevo muro, y la mayor del territorio estA? dividido sA?lo por el RA�o Bravo.

Es el desierto de Chihuahua y, aunque es invierno, los dA�as son calurosos bajo el inclemente sol y se resiente aA?n mA?s cuando se solda acero, bate cemento, se fijan varillas o se acomodan pesadas vigas de fierro puro.

Los trabajadores que levantan el muro en la frontera no tienen posibilidad alguna de comprar un refresco o golosina: la tienda mA?s cercana estA? a unos dos kilA?metros.

Pero Luis y sus amigos esto es la salvaciA?n: son estudiantes de secundaria, vecinos de Anapra que acuden todos los dA�as a emplearse como mandaderos de los albaA�iles a�?gringosa�?.

a�?Me piden mucho gatorades y poweradesa�?, comenta el joven de 13 aA�os, quien tras su jornada en la escuela se acerca al muro para levantar pedidos y correr a los abarrotes que estA?n a menos de 100 metros, en el lado mexicano.

Aunque en pequeA�o, finalmente se trata de comercio ilegal, ya que Luis entrega todo por espacios abiertos entre el muro o la nueva edificaciA?n, pero a los a�?migrasa�? que cuidan la zona parece no importarles, ante ellos pasa todo y ni siquiera se inmutan.

Cada dA�a representa para Luis unos 20 dA?lares en propinas, alrededor de 400 pesos al tipo de cambio actual. a�?Me dan unos cinco dA?lares cada vez que voy por algo y son como tres o cuatro viajes por tardea�?, revela el estudiante.

Luis y sus amigos no son los A?nicos que han visto un buen negocio en la renovaciA?n del muro en la frontera.

a�?Se roban como mil dA?lares al dA�aa�?, dice un supervisor de cuadrilla, quien pidiA? reservar su identidad. Cada noche desde el lado mexicano se desmantela parte de la construcciA?n del nuevo muro. Los saqueadores se llevan principalmente varilla, alambre, tornillos, clavo y fierro sin que las autoridades estadounidenses puedan hacer algo, ya que al estar en territorio de MA�xico no pueden arrestarlos, pero la policA�a mexicana tampoco puede actuar porque el material robado es de a�?fuera del paA�sa�?.

AdemA?s, la oscuridad los hace prA?cticamente indetectables. a�?No estA? bien, pero si a la gente le ayuda, que se lo robe y yaa que los primos [Estados Unidos] paguen. El Trump dijo que MA�xico iba a pagar por el muro, pero se me hace que aquA� se lo estA?n chingandoa�?, dice Luis.

A 62 kilA?metros al este de JuA?rez, un cA?mulo de lodo separa la tierra de la bandera con barras y estrellas de la que tiene un A?guila devorando a una serpiente. Es el RA�o Bravo prA?cticamente seco.

Para llegar al lado estadounidense sA?lo se tiene que caminar 15 metros entre jarillas y algunos charcos. Basta con esperar a que pase la patrulla fronteriza, dejar que transcurran unos minutos y el terreno estA? libre, la border patrol no regresarA? hasta dentro de casi una hora.

a�?Por aquA� no cruza el que no quiere. No entiendo por quA� hay gente que se va por el desierto de Sonora; allA? se andan muriendo y por aquA� no tiene mayor cienciaa�?, comenta una mujer en PrA?xedis, una comunidad aledaA�a a Ciudad JuA?rez.

Esta regiA?n, conocida como el Valle de JuA?rez, por aA�os ha sido disputada por bandas del crimen organizado, precisamente por lo fA?cil que es pasar entre paA�ses, lo que convierte al lugar en un paraA�so para el trasiego de drogas.

A diferencia de otras latitudes, de los dos lados hay poblados y a un kilA?metro y medio de la lA�nea divisoria cruza la autopista interestatal 10, lo que garantiza a los indocumentados internarse rA?pidamente en tierras estadounidenses.

Llegar a lo que algA?n dA�a fue territorio de MA�xico, pero que por el tratado Guadalupe Hidalgo pasA? a formar parte de EU en 1848, es simple: sA?lo hay que caminar hacia el norte.

Es la zona de Las Chepas, uno de los principales puntos de ingreso de indocumentados a la vecina naciA?n, ubicado a unos 100 kilA?metros al oeste de JuA?rez, Josefa Ortiz de DomA�nguez a��nombre oficial del pequeA�o pobladoa�� ha subsistido del turismo de migrantes por aA�os: se mantiene de la gente que llega de todo MA�xico y CentroamA�rica y aprovecha que no hay ninguna divisiA?n entre ambas naciones.

El viaje es costoso y arriesgado; y aunque es fA?cil pasar al otro lado de la frontera, no hay poblados, asA� que se deben caminar largas travesA�as por el desierto. La ciudad mA?s prA?xima es Deming, Nuevo MA�xico, a 55 kilA?metros.

Los polleros cobran desde 200 hasta mil 500 dA?lares, segA?n lo lejos que quieran llegar.

Es la calle Isla de Sacrificios, una de las A?ltimas de la periferia de JuA?rez. Los vecinos de Anapra viven a unos 15 metros de EU. En unos meses habrA? un alto muro, pero a la fecha sigue la malla ciclA?nica como A?nica divisiA?n internacional.

Durante el dA�a es una tA�pica colonia popular de JuA?rez. No hay pavimento, todo es polvo. Algunas casas son muy humildes y contrastan con otras de dos pisos, de altas bardas y hasta chimenea. SegA?n cuentan los residentes, en esas mansiones vivieron capos del narcotrA?fico, pero las dejaron tras huir, porque estA?n en la cA?rcel o porque los mataron sus rivales.

Al caer la noche llegan indocumentadoscon rumbo a El Paso, Texas. A simple vista no se nota, pero la malla estA? plagada de incisiones por las que apenas cabe una persona.

El servicio del pollero consiste en guiar al migrante hasta una de las aberturas y luego avisarle del momento oportuno para internarse. Conocen a la perfecciA?n la rutina de las patrullas y motos de la border patrol; y aunque A�stos cambian frecuentemente sus patrones, en unos cuantos dA�as ya estA?n de nuevo identificados.

Por 100 pesos, los migrantes comienzan con el primer paso del a�?sueA�o americanoa�?. Deben ser lo suficientemente rA?pidos para correr unos 400 metros y poder perderse entre las primeras casas que hay al otro lado.

a�?Que pongan muros, vamos a pasar por arriba, por abajo, por donde sea. Y si queremos, dejamos de pasar aunque nos abran la aduanaa�?, comenta entre risas uno de los constructores del muro, asumiA�ndose como mexicano indocumentado, a pesar de contar con visa de residencia en los Estados Unidos.

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