“Un irlandés en Los Pinos”

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La política y toda su danza festiva a la hora de las eleccionestienen un increíble poder de atraercomo por hipnosis a las masas del electorado.

El brete de selección de precandidatos que se convertirán en candidatos y al final de la contienda, en el tirano mayor que pasará a la gran final, es todo un Big brother, un verdadero y vergonzoso reality Show que maneja cientos de millones de pesos que ya quisiéramos para el día a día de cientos de mexicanos hundidos en la pobreza. Y lo peor de todo, convertimos al elegido en nuestro ladrón personal; un cleptómano al que, al finalizar su gobierno, premiaremos enviándolo al extranjero con una pensión millonaria y que, con el paso del tiempo, con toda seguridad será ganador de tal o cual premio por sus propuestas políticas, aunque en su expediente se encuentre haber hundido a todo un país en la miseria o haberlo convertido en un cementerio clandestino en confabulación con el narco.

La política está hecha de personajes que por la corrupción en la que viven, nadie duda que durante sus estudios de nivel básico, superior o profesional, tanto ellos o sus padres hayan comprado calificaciones y títulos.En  pocas palabras la política es lahabilidad de hacerse ricos luego de haber sido unos buenos para nada secularmente hablando.

Este mes de noviembre el electorado priista está de manteles largos porque han destapado a un gallo que al parecer es giro. Todos parecen poner sus esperanzas en él. En realidad el único giro que nos importa es el que pudiera darle a toda esta bazofia en que se ha convertido el territorio azteca. Hablamos de José Antonio MeadeKuribeña y que claro, por sus apellidos un tanto estrafalarios no nos dicen otra cosa que algo trae de sangre extranjera en sus venas. No erramos, el hombre lleva consigo finísima sangre irlandesa.

Meade suele ser de esospersonajes públicos impresionables que por su blanca carrera política promete ser un gran baluarte para la patria en caso de ser elegido por el voto mexicano. Y es que de analizarse bien a bien su carrera es difícil encontrar un algo que ponga en duda su honestidad.

¿Cuántos políticos han llegado a Los Pinos oliendo a rosal y salen oliendo a girasol?, creo que son muchos. Las apariencias han sido un detonante para la miseria que nos aqueja en la actualidad. A la llegada de Peña, una cantidad de mujeres cedieron ante un hombre lleno de belleza juvenil y mucha espuma en el habla. Casi al final de su sexenio sólo ha dejado disturbios emocionales y toda una gama de malas experiencias recorriendo las redes sociales. A su llegada poseía juventud y sueños. La juventud la conservó, pero los sueños se los rompieron la realidad y la cámara de diputados. Lo bueno para él es el hecho de llevarse consigo a una buena actriz con casa propia y hecha con su fastuoso salario de artista de melodramas.

Meade huele a éxito. Tiene buena apariencia, elegancia al caminar, usa las palabras adecuadas, carisma y mucha chispa, pero también disposición y gusto por el trabajo social. Tiene facha de que esa banda tricolor al pecho se le verá “con todo”, como dicen los jóvenes. Digamos que tiene porte de un prometedor gentilhombre.

Como buenos mexicano somos creyentes de todo cuanto nos digan sin tener la certeza de que tal o cual cosa sea verídica. Lo digo porque según  las estrellas y el signo zodiacal que rige la vida del buen Meade, es decir, bajo el signo de Piscis, la calma y la paciencia son factores que lo rigen. Dudamos que tenga calma cuando las redes sociales le darán lo que a Peña, es decir, de todo menos palabras alentadoras; paciencia mucho menos cuando todos sus anhelos de ayudar al pobre se los echen por los suelos y termine haciendo lo que es verdadera política mexicana, es decir, servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos. Lo astros así mismo dicen que nunca debe oír solicitudes persuasivas a su generosidad, sino estudiar los hechos, llegar por sí mismo a conclusiones y luego, si es necesario, buscar consejo. Lo que sí es cierto, es que no será una persuasión, sino cientos de voces diciéndole al oído ven aquí, ve allá, has esto, has aquello, todo hasta un punto en el que toda decisión tomada será un pozole de todos, menos de su cocina.

Meade no es cualquier político que brincara de la barriada a regidor y de regidor a presidente municipal. Este hombre que no hace muchas horas fuera Secretario de Hacienda tiene en su haber algunos premios y menciones honoríficas que avalan su entrega a las cuestiones políticas por conocimiento y no por arribismo. Tiene en sus manos el premio Carrera al Universo y Mérito Profesional otorgado por el Instituto Tecnológico Autónomo de México, y que es la máxima distinción a un ex alumno del instituto por una itinerario de excelsitud a lo largo de  treinta años y claro, también por sus contribuciones a la sociedad.Tiene algunas menciones honoríficas, y una de ellas por parte del Premio Nacional Tlacaélel, por su tesis de licenciatura. Ni qué decir de algunas publicaciones suyas como“El seguro de vida en México: El impacto de la seguridad social” y “El tratamiento fiscal sobre los planes de pensiones privados”.

En palabras llanas, el talJosé Antonio MeadeKuribeña pinta para ser un buen gallo emergido de los corrales del PRI para las próximas elecciones que decidirán el nuevo (Otro) rumbo de nuestra querida y ya muy zarandeada patria.

El sangre Azul tiene trayectoria y experiencia, bueno, todos los que han llegado a la presidencia de México han tenido trayectoria y la única experiencia que lograron pulir fue la de hurtar a manos llenas. En realidad no conocemos el tamaño del espolón de Meade. Lo que sí es cierto es que la política es como dijese Groucho Marx, actor, escritor y humorista estadounidense, es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer diagnósticos falsos y aplicar después los remedios equivocados. Nada más cierto cuando por sexenios los neumáticos que sostienen a nuestro país se han gastado sin que nadie se digne a darles un buen mantenimiento. Por años los gobiernos regentes se han servido de este utilísimo vehículo cargado de riqueza llamado México para hacer uso de él a su antojo y conveniencia.

Sean peras o melones, no habrá peor Goliat para un Andrés Manuel López Obrador en su última batalla que un Antonio Meade. Sea un títere más, como dijese el tabasqueño o si las propuestas de MORENA son viejas y obsoletas como las calificara el nuevo precandidato, aquí y si la corrupción o la Mafia del poder no meten mano, el ciudadano es el que al final tendrá la palabra. Sólo esperemos que de esta nueva esperanza de gobierno no nos resulte en el devenir de los tiempos demonios como los Duarte y otros tantos supuestos políticos que tanto han mancillado la nobleza del pueblo. Adieu.

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