MÉXICO, D.F.- Oscuro y silencioso es el panorama para la escena musical en el mundo tras la muerte de grandes estrellas del rock y pop en el arranque de este año.

El fallecimiento del genio detrás de Motörhead, Lemmy Kilmister, no era broma aun cuando aconteció en pleno Día de los Inocentes, el pasado 28 de diciembre.

Esta muerte, que fue lamentada por millones de amantes del rock pesado en el planeta, fue apenas la primera de una racha “negra”.

La más sonado fue la del británico David Bowie, legendaria estrella del rock e ícono artístico del siglo XX, que murió tan sólo tres días después de presentar su disco Blackstar (mismo día que cumplió 69 años de edad).

El “Duque Blanco”, como se le conocía al creador de éxitos como “The Man Who Sold the World”, se fue junto a su baterista Dale Griffin, quien murió el pasado domingo después de una dura batalla contra el Alzheimer.

En el plano internacional, otro músico que perdió la vida fue Glenn Frey, fundador y guitarrista de la banda de rock The Eagles.

El rock hecho en nuestro país también tuvo sus pérdidas irreparables en este “enero negro”: “Lalo Tex”, vocalista, guitarrista y líder de la agrupación Tex Tex, murió por complicaciones cardiacas la madrugada del pasado lunes, después de ofrecer un show en el Estado de México.

Quien fuera uno de los bateristas que han desfilado por la banda Luzbel, Sergio López, falleció esta semana pero dejó de legado las percusiones del disco Metal caído del cielo, clásico de clásicos del heavy metal.