“Redescubrimientos”

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Si viéramos un poco más allá de nuestros parpados, nuestras perspectivas de vida serían mucho más radiantes. Hoy México no es el país que quisiéramos. La impiedad y el abuso se nos han echado encima y como ciudadanos no hemos podido hacer mucho. Callamos porque si hablamos nos callan a fuego… sólo nos queda una solución, derrocar el conformismo y las limitadas vistas que tenemos de nosotros mismos. Si lo hacemos así seguramente percibiremos las cosas de otro modo, nos aumentará la fe y se engrandecerá  nuestra esperanza, en pocas palabras, veríamos lo que Colón cuando a lo lejos advirtió por vez primera las costas de nuestro continente.

                        Los tiempos que nos han tocado vivir no son nada florecientes en cuestión de seguridad y placeres económicos, pero me he dado cuenta muy a tiempo que nosotros si lo somos. Dado que los tiempos y nosotros vivimos a la par y a la misma velocidad es preponderante ser amigables con él en el sentido de hacer de nuestra prosperidad algo compatible con nuestros tiempos y con quienes nos rodean.

Al grado que yo tenga esa sensación de bienandanza, el resultado natural en mi vida seguramente será de holgura. Únicamente viendo el lado positivo de las cosas (porque todas las cosas lo tienen si abrimos muy bien los ojos y el corazón) es cómo podemos erradicar si ya no de zarpazo, si de a poco la desazón, la negatividad y el insistir que ya nada se puede hacer.  Somos prósperos en la misma cantidad en la que confiamos en nosotros mismos y en nuestras capacidades espirituales y motoras… no por nada siempre he sido de los que piensan que mientras se sueña en tener un palacio, al mismo tiempo se van echando las primeras paladas de lo que será la realización de nuestro anhelo.

                     En la antigüedad se creía que muchas formas de vida provenían de un nacimiento espontaneo, o en otras palabras, de la nada. Nuevos análisis de aquellos tiempos descubrieron que había un error, que toda vida debía tener por fuerza un origen lógico. La prosperidad es muy semejante a aquello, no es algo espontáneo, se trabaja en ello con paciencia, sí, como el campesino que siembra con la esperanza de cosechar un día; como el arquitecto que mientras dibuja y traza ya visualiza su obra. La fe y el egoísmo son enemigas acérrimas.  Quizá sea este tiempo en el que muchos nos estemos dedicando a sembrar con empeño, dedicación y confianza para proveer un futuro bien cultivado; sea pues utilizando, claro, los mejores fertilizantes para tal propósito.

                    América no fue descubierta, fue redescubierta. Nadie ha descubierto nuestras vidas, vinimos al mundo siendo creados por la fusión personal de un par de personas. Fuimos creciendo y de a poco nos fuimos conociendo, descubriendo. Es cierto que en el vaivén de los días, en el vivir cotidiano muchas veces olvidamos quienes somos realmente, cual es nuestro verdadero origen. Las jornadas diarias, los quehaceres programados muchas veces oxidan los engranes espirituales haciendo tensas nuestras acciones, nuestras relaciones personales con quienes nos rodean. El estrés nos torna oscos y de gestos agresivos… indudablemente necesitamos aceite de calidad, en otras palabras, redescubrirnos.

                  Redescubrirse va mucho más allá que voltear a ver el pasado y memorar quienes fuimos. Es el ver el Alfa, el comienzo, el génesis del Yo. Nuestra naturaleza es sagrada y nuestro origen divino. Es una responsabilidad muy personal el decidir a quién dejamos entrar en nuestras vidas… pero el mejor antídoto que conozco para el veneno de la preocupación es el trabajo. La mejor medicina para el desánimo es el compromiso. La mejor medicina para el desánimo es el servicio. La mejor cura para la fatiga es el esfuerzo para ayudar a alguien que se encuentre aún más fatigado. Mucho se ha dicho que la llegada de los españoles a nuestra tierra fue un desastre, pero hay muchos enfoques y variadas opiniones en torno al caso. Lo mismo pasa con nosotros. A lo largo de nuestra vida muchos han sido los que han llegado a influenciarnos con sus actos, pensamientos o intenciones. A algunos les hemos abierto las puertas, a otros se las hemos cerrado… veamos dentro de nosotros y recetemos nuestro Yo interno. Conservemos los archivos de más valor y los que definitivamente hacen lento nuestro sistema, echémoslos fuera. Muchas veces tenemos nuestro USB íntimo cargado de basura, de archivos inservibles o que definitivamente estorban.

                  Si viéramos un poco más allá de nuestros parpados, nuestras perspectivas de vida serían mucho más radiantes… creo que dejaríamos de ser los mediocres que por años posiblemente hemos sido. Únicamente redescubriendo a la gran persona que existe dentro de nosotros es cómo podemos florecer y ofrecer al mundo mucho de lo bueno que somos. Entiendo bien que el mundo no espera miserias de mí, y no lo hace porque simplemente Dios no nos dio atributos miserables al ponernos sobre esta tierra. Dios nos ha puesto enteros y en manos de unos padres que se han afanado en hacer lo propio hasta vernos andar por nosotros mismos y luego, luego la demostración y la realización… es tiempo, y no hay otro, en el que debemos redescubrirnos y no tanto para demostrarle a alguien de lo que somos capaces, sino para que al final podamos ver a los ojos a Dios y decirle que hemos cumplido con nuestro propósito de estar en la tierra, ser felices y hacer felices a los demás.

¡Mexicanos al grito de guerra!, dice la primer línea de nuestro glorioso himno nacional, ese canto que desde que yo recuerdo, me ha hecho sentir un verdadero mexicano.

 Es tiempo que durante los eventos públicos o deportivos en vivo o televisados mi corazón explota de un sentimiento de gloria y esperanza por haber nacido aquí… hoy no pido un grito de guerra por una lucha sangrienta, no, no más sangre por favor… no es eso lo que hoy anhelo… hoy suplico un grito de guerra para luchar unidos contra la adversidad colectiva que parece cernirse sobre nuestro pueblo, sí, pido un grito de guerra contra la corrupción y contra todo aquello que se mueva y que en su movimiento busque la destrucción de los valores que hasta hoy, son lo único que ha mantenido vivo a nuestro pueblo. Suplico un grito de guerra contra las enfermedades que en su poder arrasan con lo que más amamos, nuestros seres amados… ¡el acero aprestad contra el cáncer de mama!, contra otros cánceres, sí, contra esos carcomas que nos ha despojado de muchas mujeres y hombres valiosos… cerremos un poco los ojos e inclinemos nuestros rostros por todas aquellas damas y caballeros que, no han perdido la batalla, más bien han muerto en batalla contra este terrible mal. Ajustemos la solapa y luzcamos el emblema rosa de vida… es por ello que hoy únicamente pido un grito de guerra contra toda impiedad e injusticia… Si viéramos un poco más allá de nuestros parpados, nuestras perspectivas de vida serían mucho más radiantes. Derrocando el conformismo y las limitadas vistas que tenemos de nosotros mismos… Adieu.