CIUDAD DE MÉXICO.- La demanda de proteína animal dentro de la dieta poblacional es excesiva, propiciando la producción el uso de hormonas para aumentar el tamaño de la res, por lo que una especialista explicó la importancia de consumir proteína libre de antibióticos o de enfermedades transmisibles a los humanos.
Almira Hoogesteyn Reul, del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), recordó que en civilizaciones antiguas la carne era reservada para su consumo ocasional. Ante esta excepción, su sacrificio conllevaba el aprovechamiento de todas sus partes.
Sin embargo, en la actualidad la demanda por parte de los consumidores exige la adquisición diaria de este producto animal: “Todos quieren un sirloin stake o una pechuga de pollo por lo menos una vez al día”.
La responsable del Laboratorio de Salud Ambiental del Cinvestav-Unidad Mérida expuso que resulta complejo alimentar a 7 mil millones de personas, pues no existe un sistema agropecuario ecológicamente sostenible para satisfacer esa demanda.
Consideró que las practicas alimentarias actuales van en contraposición con la salud del planeta, puesto que las fábricas de carne industrializadas y centralizadas provocan la desaparición de enormes extensiones de pastos naturales en todo el continente americano para la producción de maíz y soya para alimentar al ganado.
En el caso especifico de la actividad agropecuaria en América, Almira Hoogesteyn Reul sopesó que una de las consecuencias de la producción extensiva perturba la salud del ganado a través de la alimentación estabulada industrial, uso de hormonas, antibióticos y hacinamiento, provocando de esta forma un desorden que impacta no sólo a la especie particularmente, sino en la salud de la sociedad y el medio ambiente.
“La ciencia veterinaria tienen la responsabilidad conseguir una producción de carne, leche o huevo de calidad, el problema para lograrlo son los mega esquemas de producción; el afán de ganancia rápida en ciclos cortos tiene repercusiones enormes en la forma de alimentarnos. A la pregunta de cómo mejorar estos sistemas no hay una respuesta perfecta, lo importante es saber qué se considera carne de calidad y conocer su impacto el medio ambiente”, determinó la investigadora.
Para entender la problemática, la doctora expuso que el sistema agroindustrial, conocido con el nombre de “feedlot”, el cual se traduce como “engorda de ganado en corral”, recurre a la energía concentrada en granos de cereales como el maíz, la soya, el trigo o la avena para alcanzar el peso deseado, equivalentes al 90% de la ración seca administrada.
Sin embargo, la dificultad se presenta cuando los animales ingieren un elemento de bajo valor biológico (pasto) para generar uno de alto valor biológico (carne, leche y cuero, entre otros), pues para lograr este efecto deben deforestar miles hectáreas de bosque y contaminar el agua, en un ciclo de producción viciado.
“Nuevos análisis demuestran que la carne y leche proveen el 18% de las calorías y el 37% de las proteínas que ingerimos, pero utiliza un 83% de tierras agrícolas y produce un 60% de los gases con efecto de invernadero; hoy en día la principal causa de impacto ambiental y cambio de paisaje en el planeta es la agricultura y la pecuaria, es decir, la forma de producir alimentos, entonces debería haber un cambio de paradigma enorme”, aseguró Hoogesteyn Reul.
Para ahondar en el fenómeno, la experta en conservación de la biodiversidad en sistema de ganadería extensiva, explicó que el estomago de los rumiantes está compuesto por cuatro compartimentos: uno de ellos es el “remen”, conformado por microorganismos encargados de digerir la materia vegetal, que a su vez origina ácidos grasos volátiles para producir carne y leche.
La científica lamentó que pese que en Latinoamérica y en México existen uniones ganaderas con excelente gerencia productiva y ambiental, aún hay muchos pecuaristas que aún utilizan sistemas productivos medievales, donde el ganado se ve como “caja de ahorro” el cual se conserva en el monte hasta que una crisis propicia su aprovechamiento para apoyar la economía del hogar.
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