Nuestros diputados y senadores son como una tribu de ateos teóricos, arcaicos e insensibles, como decía el gran Voltaire. Más de acuerdo no podríamos estar. Sus modos insensibles y desvergonzados de manejar las situaciones del país revelan ese mundo de corrupción que ha cansado a un México ultramoderno, pero al mismo tiempo pobre y agonizante. Con dolo y fastuosas palabrerías trepan al podio diciéndole al pueblo que creen en la providencia y en la vida futura, pero lo cierto es que al igual que los senadores del gobierno hondureño, no son más que tontos figurines recubiertos de oro robado del electorado. Sí, no son más que ridículos retazos de filósofos, muchos de ellos sensuales, ambiciosos y ladrones que de a poco destruyen sus repúblicas.
Suena increíble pero ni los 128 diputados que conforman el Congreso Nacional de Honduras han podido menguar el vergonzoso derrame de sangre en ese país en el que defender la biodiversidad se ha convertido en algo aterrador. Son muchos los hombres y mujeres que por años han luchado contra los depredadores en ese país. Devastadores que en su afán por sacar ganancias millonarias incendian bosques, contaminan el mar, ríos, talan árboles y otras miles de actividades delictivas. Nada es oculto y es evidente que las flojas leyes hondureñas no han servido para parar esa ola de salvajismo contra la naturaleza con todo y que el calentamiento global no es otra cosa que una enfermedad muy grave en nuestro planeta, es un aviso previo a algo que de no parar podría convertirse en una enfermedad terminal.
Blanca Jeanette Kawas, activista, fue asesinada en 1996 por protestar contra mineras contaminantes; Carlos Escaleras mejía, otro político ambientalista fue muerto en 1997 por oponerse a la instalación de una planta de extracción de aceite que dañaría por lo menos a cinco comunidades; Carlos Antonio Luna López, defensor del bosque de Catacamas, fue ultimado en 1998 y no hace mucho, el 3 de marzo del 2016, Berta Isabel Cáceres Flores, luchadora medioambiental non grata para las mafias hondureñas que optaron por privarla, de igual modo, de su vida.
Nadie duda que son millones y millones de lempiras, moneda nacional de ese país, las que circulan por las manos de aquellos que encubren tales actos criminales contra la naturaleza… y es que los ecologistas, tanto hondureños como extranjeros interesados en proteger especies en peligro de extinción suelen hacer acusaciones contra mineras y fábricas de proceso contaminantes de selvas y bosques, así como la incursión en reservas forestales y zonas protegidas. Hacerlo es atajar ganancias millonarias de las que muchas veces el gobierno sale beneficiado… ¿qué tan poderosa suele ser una mafia que seduce a los hombres y mujeres que han sido puestos por el pueblo para regirlos? ¿Acaso no son propósitos gubernamentales el crear, decretar, interpretar, reformar y derogar leyes a favor del pueblo?… bueno, aunque el lema del Congreso de la Unión en México de igual modo le queda muy grande a sus 500 senadores. Voluntad y capacidad para generar acuerdos, para beneficio de los ciudadanos, así dicta el famosísimo lema que justo hoy, en pleno 2017 en el que el pueblo Azteca está siendo brutalmente saqueado y burlado por el gobierno regente, ese lema ha terminado en el cesto de la basura.
Hoy México es víctima de lo que, al igual que Honduras, por años su misma gente sembró: Corrupción. La verdad es que no está siendo una cosecha pobre, sino muy rica al ser ésta una putrefacción de alto nivel. Dicha malversación ha provocado que todo aquel que hable mal de tal o cual situación que afecte a los líderes que nos gobiernan, sean acallados. Son decenas y decenas de periodistas que a lo largo de los años han sido asesinados por trabajar a conciencia en su noble labor de informar. Lamentable es que el comunicar el lado oscuro de quienes nos gobiernan no es algo que les agrade mucho a esos que día con día se llenan los bolsillos de dinero sucio, un dinero que si no viene del narcotráfico, viene del secuestro, extorción o más comúnmente, del robo al erario.
Lo que sí es cierto es que si en la antigua Roma hubiese habido un estúpida Ley mordaza como la que existe hoy, no tendríamos las obras de Horacio, Juvenal y Cicerón, autores inquisitorios en su tiempo… A propósito ¿recuerdan a Hugo Weaving?, tal vez así de repente no, pero si les dijese que es el actor que la hizo del Agente Smith en la trilogía de Matrix y Elrond en las trilogías de El Señor de los Anillos y El hobbit, sabrían a quién me refiero. Pues bien, este hombre opinó algo tan memorable que es digno de citarlo ahora:
“Hay personas que no quieren que hablemos y que sospecho que en este momento, estarán dando órdenes por teléfono para que vengan hombres armados ¿Por qué? Porque mientras que pueda utilizarse la fuerza, ¿para qué el diálogo? Sin embargo, las palabras siempre conservarán su poder, las palabras hacen posible que algo tome significado y si se escuchan, enuncian la verdad. Y la verdad es, que en este país, algo va muy mal, ¿no? Crueldad e injusticia, intolerancia y opresión. Antes teníais libertad para objetar, para pensar y decir lo que pensabais, ahora tenéis censores y sistemas de vigilancia que os coartan para que os conforméis y os convirtáis en sumisos.”
No hay nada peor para un padre que el ver a sus hijos volcarse en la maldad para convertirse en malos ciudadanos; no hay nada más miserable para una madre que recibir una bofetada del hijo al que parió, alimentó y vio crecer; nada más penoso que un gobierno que no cuida de sus ambientalistas y de sus juglares… como diría el Nazareno, mejor le sería atarse una piedra de molino al cuello y echarse al mar… Adieu.
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