“…patria, patria, tus hijos te juran”

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¿Acaso soy guarda de mi hermano?, fue la tajante respuesta que Caín tuvo ante la inquisitoria pregunta de un Dios omnisapiente que aún y cuando sabía dónde estaba, le cuestionó por el paradero de su hermano Abel. Sin lugar a dudas si se analiza bien a bien este episodio bíblico, podríamos terminar diciendo que es uno de los más dramáticos teniendo en cuenta que sólo eran ellos dos en la familia. La saña con la que lo quitó de su camino no tiene parangón en el mundo del crimen y la violencia familiar. No es nada raro en la naturaleza humana que un hermano vele por su consanguíneo y que hasta en cierto momento dé su vida por él. Aún y cuando lo que ahora se me viene a la mente no tiene nada qué ver con sangre, sí me hace recordar, no sé por qué, ese profundo silencio del gobernador Rubén Moreira Valdés ante la borrasca de acusaciones y condenas a las que fue sometido su hermano Humberto. Su actitud ante los medios fácilmente podría haber causado el canto de algún

gallo callejero al negar una y otra vez que no sabía nada de lo que le pasaba a su hermano. Sus declaraciones siempre fueron mínimas y cortantes, como si temiese que alguna palabra fallida o comentario mal aplicado lo condenase a él al infortunio… qué noble es el pueblo mexicano, tan leal y sencillo que aún y cuando el mal gobierno le arrebatase un costal entero de manzanas, no haría nada, y no lo haría porque sabe bien que de hacerlo le podrían cortar ambas manos y entonces sí ni costal ni manos para volver a sembrar, así es que qué mejor que darse la media vuelta y echarse a la tierra y volver a esparcir la semilla.

Una de las cosas que mucho entristecen al territorio coahuilense es justamente eso, el que un par de hermanos adiestrados políticamente hablando para servir al pueblo, tengan en su haber la costra de la duda, lo percudido de su manto, lo deslustrado de sus gobiernos a causa de algunas maneras y acciones que han empujado a pensar que lo único que han hecho es verle le cara a los ciudadanos. Durante el período de servicio del profesor Humberto Moreira muy pocos mexicanos dudarían de la honestidad de ese hombre que hizo cuanto pudo por socorrer a todo coahuilense que hubiese caído ante el embate del huracán Alex. Cientos de familias se vieron beneficiadas con aparatos electrodomésticos y muebles vitales para el hogar, pero apenas algunos meses después de su retiro, se le viene encima a todo el territorio de Coahuila una mega deuda tan inexplicable como inexplicable lo fue también mucho tiempo después las malversaciones y la fuga del interino gobernador Jorge Torres López. Manchas, manchas y más manchas.

Coahuila y México entero es un territorio donde se han escrito páginas de gloria y frustraciones desde épocas inmemoriales. No terminaríamos de citar las catástrofes políticas y sociales que han humillado al pueblo coahuilense, bien podríamos empezar con los mineros que hasta la fecha aún siguen bajo tierra, pero mejor dejemos el asunto de lado. Qué bien el que todavía podamos estar de pie, con la mano al pecho y decir a voz en cuello un “… patria, patria tus hijos te juran…” Y es que existimos muchos mexicanos que aun cuando los nuevos desafíos culturales, sociales y económicos nos tengan el pie en el cuello, todavía tenemos el orgullo de expresar con el corazón palpitante un juramento que no se nos ha extinto por el simple hecho de que seguimos creyendo en México.

Creemos en la diversidad, en los enormes colores que se expanden por todo el territorio mexicano, desde sus amplios campos verdosos, sus desiertos y sus altas montañas, hasta la enorme variedad de culturas y formas de pensar y de existir en las diversas entidades que conformas nuestra nación… optamos por ser seres agradables, no por imposición, sino por naturaleza, por ello nos hemos convertido en un país que tiene un turismo tan variado que igual a los

europeos, asiáticos o africanos les gusta visitar, sí, recorrer los caminos que van desde Tijuana hasta Mérida… pero ¿Qué es ese carisma o esa actitud que nos hace tan diferentes a cualquier otro ciudadano del mundo?… indudablemente es el amar a la patria, cumplir con las obligaciones que nos impone, como dijera un día Francisco Ignacio Madero, sin dejarnos arredrar por los fantasmas que engendra nuestra imaginación ni por los peligros reales que encontremos en nuestro camino… y la pregunta es, ¿Cuáles son nuestros deberes? las opiniones pueden ser muy variadas, sin embargo, lo más básico es ser buenos ciudadanos, cumplir con nuestras responsabilidades y esperar, claro, que el gobierno haga lo propio, ya que bien es sabido que una de sus misiones es impartir justicia.

Vivimos en un México de cambios, algunos de ellos drásticos. Temerle al cambio es desgano al progreso, sin embargo, en dichos cambios muchas veces las garantías individuales y colectivas peligran y es ahí cuando las personas buscan lo justo. El buscar un balance en nuestras vidas va mucho más allá que una simple satisfacción individual, en ello va la seguridad y el bienestar de nuestros padres y hermanos, de nuestros hijos e hijas. Luchar por exigir justicia no es atentar contra el gobierno, al contrario, es para recordarle al gobierno que su misión es puramente impartir justicia con los ojos vendados simplemente porque vivimos en un país democrático y cuando se es necesario buscar la justicia se pelea hasta lograrlo. La búsqueda de la entereza no es buscar únicamente el auxilio de magistrados o jueces, nuestro ideal siempre deberá ser el buscar dicha justicia, como dijimos antes, en la vida diaria, como sociedad civil. Se trata de hacerle liviana la senda para que cada uno extienda o ensanche su potencial, pero ¿Qué es esto? Es respetar el derecho de nuestros familiares a realizar sus planes individuales, socorrer a las personas a que obtengan lo que les pertenece, no despojar a los demás sus derechos y lidiar por conservar los nuestros. Con nuestras acciones podemos contribuir a construir una sociedad equivalente, solidaria y cortés que exprese las máximas virtudes de cada uno de sus integrantes.

Negar lo evidente nos hace cómplices y cobardes. México por muchos años ha sido víctima de atracos a su economía directamente por el abuso indiscriminado de sus recursos naturales. Por años unos pocos se han beneficiado de lo que le pertenece a los mexicanos. La injusticia perjudica a los individuos y debilita las relaciones sociales. El de bajos recursos comienza a creer cada vez menos en el voto y por ende en sus gobernantes. Por naturaleza entonces recurren a ejercer justicia por su propia cuenta. Mientras la justicia impere, viviremos en un estado de derecho donde se respete la vida y el desarrollo de cada persona.

De nadie es desconocido los levantamientos multitudinarios que a últimas fechas se han realizado en nuestro país, unos por la excesiva violencia que existe en las calles, por descontento social que viene de ver constantemente la corrupción, hasta por el alza de precios de gasolina y otras cosas… cuando las personas exigen justicia algo está mal, existe un algo que está fallando, es cuando entra en vigor los diputados que ven a conciencia lo que hay que ordenar y equilibrar la balanza de la justicia. No nos dejemos llevar por la ira, por los rencores ni por hacer justicia por mano propia. Afortunadamente vivimos en un país demócrata donde hasta la fecha nuestros líderes han logrado salir victoriosos dándonos una patria libre y ajena a problemas gravísimos que otros países tienen… no por nada digo que en un territorio donde hemos vivido momentos de gloria y frustraciones desde épocas inmemoriales, y como esta pluma escribió líneas atrás, qué bien el que todavía podamos estar de pie, con la mano al pecho y decir a voz en cuello un “… patria, patria tus hijos te juran…” Soy el markéz, y esta mi pluma, la más profana de todas y ante el inminente final de esta columna yo le pregunto: ¿Hace usted cuanto puede por ser guarda de su hermano? Vire su rostro a su derecha y a su izquierda, mire a sus padres, a sus hijos, a su cónyuge, a sus amigos y a sus compañeros de trabajo… ¿lo es?… Adieu.