Opciones visuales, sensibles o cínicas

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“El demonio neón” (2016), es una fábula contemporánea para adultos sobre la belleza y qué se necesita para literalmente poseerla. (elmulticine.com)

CDMX.- “El demonio neón” (2016), filme 10 para cine del supremo estilista visual danés en plena madurez descontrolada Nicolas Winding Refn, es una fábula contemporánea para adultos sobre la belleza y qué se necesita para literalmente poseerla.

La historia de la aspirante a modelo Jesse (Elle Fanning) se transforma en una provocadora sucesión de imágenes y temáticas que se obsesiona con probar la carne, la imagen del cuerpo femenino, y la muerte y el deseo.

La contención de los planos, que capta ese mundo con puntilloso pero a su vez frío detalle —debido a la fotografía ultra artificial de la argentina Natasha Braier y a las atmósferas sonoras de Cliff Martínez—, logra que las acciones tengan espasmos de violencia, como es característico en el impredecible estilo de Winding Refn.

Largometraje entre sofisticado y crudo, sugestivo en su crítica a los lugares comunes de la belleza, el modelaje y la compulsión contemporánea con la perfección física, revela el trasfondo de un vacío existencial y su obvia locura. Es deliciosamente excesivo y no apto para todas las sensibilidades.

“Amigos de armas” (2016). Noveno largometraje de ficción del especialista en comedia Todd Phillips (célebre por la declinante trilogía ¿Qué pasó ayer?), se basa en un caso real publicado por Guy Lawson en “Rolling Stone: la singular vida de David Packous” (Miles Teller) y Efraim Diveroli (Jonah Hill), quienes de la nada se convirtieron en proveedores del Departamento de Defensa de Estados Unidos al ganar una licitación por debajo del costo. Pronto traficaron personalmente armas para una zona de conflicto como Afganistán. Abusando de su suerte y tras el exceso de drogas, sexo y rock’n’roll, vendieron mercancía del llamado “mercado gris”, mercado en el límite de la legalidad, obteniendo ganancias millonarias. Entre esa mercancía había municiones caducas procedentes de la embargada China, las que reempacaron, violando leyes del gobierno estadounidense. Su saga concluyó antes de que cumplieran 25 años de edad al ser acusados de fraude.

Esto Phillips lo cuenta con un tenso e intenso medio tono, entre irónico y cínico, que le permite hacer ácidos comentarios sobre un mundo bélicamente capitalista con doble moral desde la republicana era de George W. Bush. Para Phillips la ironía es fundamental al abordar la sobrevalorada economía del éxito pero, sobre todo, al aludir al desquiciamiento existencial que trae consigo.

“La delgada línea amarilla” (2015), debut en el largometraje del reconocido cortometrajista Celso García, es una crónica de amistad viril entre cinco trabajadores, cada uno con su personalidad pero con sólo Toño (Damián Alcázar) cargando un pasado que teme repetirse y del que no puede deshacerse por más que quiera. Así, su vida es esa carretera, metáfora vital en cuanto los cinco son contratados para pintar la línea del título con todos los riesgos y vivencias que ello implica.

En esencia es como si los contrataran para trazar a cuentagotas una ruta hacia la nada. García entrega un filme de trabajadores que funciona como road picture vivida a un kilómetro por hora, con diversas peripecias que parecen más entrañables conforme avanza el filme, hasta la catarsis absoluta que implica la conclusión tanto de la labor como de la relación entre los involucrados. Esta película, tardíamente estrenada tras innumerables pases por diversos festivales, es sensible y original; su único defecto es que al final revisita complacientemente algunos momentos cuando ya había logrado una contundencia que dejaba las emociones a flor de piel.