“Mundo 4.0”

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En cierta ocasión Steve Jobs dijo que la tecnología en sí no era nada, que lo importante era tener fe en la gente, en que fueran buenas e inteligentes y que así, en tal condición y con las herramientas necesarias, harían cosas maravillosas.

El hombre hoy en día sólo recuerda a Jobs como el gran revolucionario de las computadoras. Sus ideas filosóficas en sí no le son importantes. Lamentablemente y por sus conocimientos se sienten dioses y según su infinita sapiencia y su alto índice de vanidad dice que nos encontramos en una Cuarta Revolución Industrial. La llaman Mundo 4.0. No lo dudamos ni un tantito cuando sus sentimientos se han enfriado tanto al grado de desear convertir a la raza humana en maniquíes que puedan ser manejados a su antojo.

Pareciera increíble, pero la tecnología ha ido derrocando a los dioses. Éstos han dejado de tener ese poder olímpico que poseían. En la antigüedad los griegos no daban un paso sin brindar una ofrenda a los dioses. Tan así, que poseían un altar “Al dios desconocido”, en su temor de olvidar alguno y caer en desagrado. Hablar de Zeus era hacerlo en silencio y con todo el respeto posible. Muchos de nosotros somos de esa enseñanza en el mundo cristiano cuando dentro de nuestras conversaciones nuestros mismos padres llegaron a silenciarnos y a decirnos un “Sssssss, que diosito te va a oír”. Hoy, en pleno 2019 los dioses han emprendido la fuga a lo más recóndito del universo. Con toda seguridad y los que aun creemos en divinidades, concluiremos que desde allá, desde los collados eternos, tanto Jesús, Alá, Zeus y todos los dioses de todos los hombres mirarán con serenidad y tristeza la horrible y desquiciante destrucción de su creación humana. Será tan doloroso verlos tomar decisiones equivocadas al no lograr hacerlos entrar en razón. Tan doloroso como verlo perecer hundido entre sus mismas heces fecales y negarse a aceptar la ayuda.

Vivir en un mundo 4.0 sería una gran bendición si los terrícolas, esos seres tan brillantes y al mismo tiempo idiotas, hicieran cuanto pudiera para mantener la fórmula tripartita de la ecología, la educación y la adoración.

El hombre no puede vivir sin dioses. En el momento en el que estos desaparecen, desparece al instante toda esperanza de vida. Ahora bien, todos los que tenemos de cuarenta años en adelante, poseemosla dicha de conservar las deidades que nuestros padres nos heredaron. Desafortunadamente, la generación que arriba detrás nuestro, vienen como conquistadores destruyéndolo todo, desde costumbres, ideales y hasta las efigies de devoción que podamos tener. Hoy en día los jóvenes no saben lo que es la espiritualidad. No tienen ni la más mínima idea de lo que es Dios. Adoctrinarlos es una tarea titánica cuando el adversario, ese que se mueve en el ciber espacio, les enseña que Dios es la tecnología y nada más.

En sí el Mundo 4.0 es el inicio de lo que se avista como una renovación industrial que mucho tiene que ver con el uso del internet y otras tecnologías de punta. Lo cierto es que el vivir en un país subdesarrollado como el nuestro, frena en mucho la llegada de estos avances. Por ello, el también llamado Smart-Industries, Futurprod o IntegratedIndustry, obliga a los países fuera de desarrollo avanzado a ponerse en línea para poder disfrutar de estos privilegios.

El escritor, periodista, editor y locutor británico Andrew Brown expuso que el internet es tan grande, tan poderoso y al mismo tiempo sin sentido, que para algunas personas esun sustituto completo para todo en la vida. Y en eso no podemos encubrir una realidad tan evidente. Son muchos los casos en los que el abuso de este beneficio ha traído consecuencias terribles. Pertenecer a un mundo 4.0 en el que las redes sociales parecen gobernarlo todo, no ha sido muy fácil de digerir a quienes durante décadas no fueron dependientes de estos métodos modernos de comunicación. Cuesta aceptar que nuestros hijos, pertenecientes a una nueva generación, estén siendo inyectados por una dosis de modernidad que muchas veces nos es imposible evitar. Nada tiene de raro que los polluelos dejen las alas de la gallina en una época tan turbulenta como la que se vive hoy. Hoy sus ojos brillan ansiosos por ver más y más de aquello que nosotros muchas veces no entendemos.

Sin dioses y bajo el agobiante poderío de un Mundo 4.0 al que poco a poco dejamos de pertenecer por nuestras ideas “anticuadas” de moralidad y buenas costumbres, preparemos pues nuestras maletas. Ante la frialdad robótica de nuestros descendientes, no dudemos que nuestro Final destiny sea un silencioso asilo en el que sólo nos resteaguardar el ocaso, ya no sólo de todo aquello que genera virtud, sino hasta de nosotros mismos. Adieu.

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