Como tontos quedaríamos si nos asombráramoscuando los titulares de los diarios de mayor circulación en el país, portales de noticias o la radio misma con todo y su antigüedad, nos dijeran que una gran cantidad de infantes se han unido, no a la Liga de la Justicia de Marvel, sino a la Línea del Narco. Dementes no somos, idiotas tampoco. Tan cuerdos como vivimos sabemos que dicha problemática es un algo que ha existido desde que el hombre descubrió que los estupefacientes y otros artilugios alucinógenos hacen cambiar la dimensión anímica del hombre. Decir que vivimos en un mundo en el que no existe la “recolección” de niños para sufragar necesidades de distinta índole sería engañarnos a nosotros mismos.
El mercado infantil tiene una gran variante lucrativa, entre ella la pornografía, que es uno de los platillos más comercializados en el orbe. No hay clase social ni entidad religiosa que no eche mano a un buen servicio impreso o video grabado en el que un pequeño le sirva para su bienestar sexual. Las redes sociales y su poderío universal han sido uno de los medios más efectivos para su distribución. Condonar tal situación ha sido por demás imposible en un mundo convencido de que es mejor ir a favor de la corrupción que en su contra. El catolicismo y sus castos líderes son un claro ejemplo de tal irregularidad sexual, aunque estos últimos utilicen a los infantes más física que visualmente. Muy a la par de la antes citada afición,está el mercado sexual de la posesión de un niño como artículo de satisfacción íntima. Tenerlo a disposición para los placeres es como degustar un platillo de muy alto precio.
Diría que es increíble, pero no, es en realidad creíble el que un hombre mayor despose a una niña de ocho años en Oriente. Aquí en el México infecto en el que nos desarrollamos, cualquier hombre puede tomar a una pequeña y abusar de ella. Si es en familia mucho mejor. El abuso, claro está, sobrepasa al género, pues hasta los niños varones son una de las delicias a la satisfacción humana. Un estudio reciente ha indicado que a últimas fechas el abuso a niños varones ha sobrepasado en mucho al de las niñas. Esto último, según el mismo estudio, tiene mucho que ver con la pornografía circulante en redes, que influye en las acciones de los abusivos sexuales.
Otro de los usos y abusos es el laboral. Esto es, como mano de obra en plantíos, bloqueras, pozos de carbón y otros minerales. Coahuila y otras entidades con yacimientos mineros son un claro ejemplo de explotación infantil.
Otros de los aprovechamientos laborales que existen es la pepena callejera comandada por diversos grupos deliNcuenciales. Familias de procedencia sureña abundan en los estados del norte y centro. No podríamos decir que todas son ficción, pero sí una gran mayoría de familias como estas forman parte de esta vergonzosa red de explotación que lleva a muchos niños a pedir por las calles una moneda, una ayudita, un Lo que sea su voluntad.
Hablar de militarización infantil es pensar en Medio Oriente. Pecamos de ingenuos, claro. México es uno de los países subdesarrollados que posee tal militarización en el seno de esos grupos “Rebeldes” en el corazón de la pobreza mexicana. A estas alturas de la mal vivencia política nacional la palabra rebelde se confunde con justicia. Ya no se sabe si la equidad existe o sólo es el disfraz de una flaca e inútil democracia en manos de la ineptitud reinante.
El tráfico de órganos es una ganga. La obtención de un niño que ha caído en manos de un traficante de órganos es hablar de cantidades millonarias en dólares. La rapiña en este último caso es verdaderamente alarmante. Las alertas Amber en nuestro país se han disparado como cohetones en año nuevo. Por fortuna muchos de estos infantes son rescatados, pero una gran mayoría han quedado archivados y sin búsqueda.
Uno de los usos más notables de la infancia en el mundo, sin duda alguna es en la ampliación de la red del narco. No es exagerado hablar de niños reclutados de manera masiva. La recolección no tiene mucha ciencia. Se unen al mundo de narco de un modo natural y sin freno. Causa y efecto. La gran mayoría de los jóvenesque se unen a estas filas ya poseen conocimientos básicos para el manejo de armas, amplio vocabulario intimidatorio, violencia y otros requisitos que el narco no les ha enseñado, sino el diario vivir ante la mirada misma de la sociedad. México es el perfecto campo de cultivo en el que se desarrollan enormes cepas de bacterias que en el devenir de los tiempos entran sin problema alguno al ejército de la perdición.
En México existe la justicia, pero amordazada y secuestrada. Ahí está, pero no sabemos dónde. Tal vez sea como el Ángel de la Independencia, allá en las altura y viendo a lo lejos en lugar de ver a su pueblo.
Llamémoslo Mercado infantil, Mercato deL bambini, Childenssmarket o Marché des enfants. De un modo u otro, se escuche mal o bonito, la perversión que esto implica es vergonzoso para el mundo entero. En sí, el Mercado infantil vinculado al narco se ha vuelto una operación hormiga. Sus actividades encubiertas levantan muy poca sospecha ante una justicia inicua y a la vez inútil. Seríamos unos tarados de culpar al narco. La delincuencia tiene un comienzo natural aunque nos cueste trabajo aceptarlo. El génesis de esta pandemia es sin lugar a dudas el hogar. No hay otro origen que los primeros pasos dados en casa y que son los que a futuro nos convertirán en hombres de bien o de mal. La violencia física y verbal genera lo mismo que la carencia de honestidad y honor en los padres, esto es, el declive de los valores que los orilla al fracaso. Muchos han pensado que el principio de la criminalidad es la pobreza y hay cierta verdad en ello, pero no una veracidad total. La prueba está que tenemos curules atestados de finas termitas delinquiendo ante nuestros ojos.
El sostenimiento del Mercato del bambini tiene mucho qué ver con nosotros. No es que escrutemos sus promociones, sino que evitemos o busquemos las maneras de pararlo desde nuestra trinchera. Los niños tienen derechos y existen documentos y leyes que lo avalan, pero igual sabemos que estos quedan inactivos cuando la fuerza imperante de los mayores los ignora.Marché des enfants, Mercado infantil, qué título tan más idiota, pero al mismo tiempo tan cierto. Adieu.
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