“Margarito Díaz, el último guerrero Huichol”

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Cuando un ser humano muere por longevo, con él se va una entera enciclopedia de sabiduría. Somos irracionales cuando cortamos la vida de alguien destinado a destilar la sana doctrina.

Hace un par de días se suscitó un certero golpe a la sapiencia y a la humanidad. La perversidad asesinó cobardemente a Margarito Díaz, entrañable líder, sabio, amigo y defensor de los sitios sagrados de los huicholes. Hombres armados llegaron a su moradaen Aguamilpa, municipio del Nayar, en el estado de Nayarit, y le dispararon en pleno rostro.

No es la primera vez que codiciosos intereses eliminan a defensores del pueblo Wixárita. Mayo del 2017 trajo consigo los crímenes de los hermanosMiguel y Agustín Vázquez Torres. Hombres armados los ultimaron en el pueblo de KuruxiManuwe, en Tuxpan de Bolaños, Jalisco.

Conocí a Margarito Díaz mientras andaba en una angosta y solitaria callejuela de Real de Catorce. No tenía ni la menor idea de quién era. Salía de un deleite espiritual del panteón de Guadalupe cuando lo vi venir. Su paso lento y acompasado lo hacía ver como un hombre cargado de una incuestionable paz. Vestía fastuoso con un pantalón de manta holgado y camisa del mismo material. Ambas prendas ibanbellamente ribeteadas con hilaza multicolor. Su sombrero iba bordeado con listones pendiéndole y lo mejor, un bastón de madera infundiendo respeto. Todo aquel colorido lo hacía verse imponente y ancestral. Al sentirme cerca levantó la mirada que había venido arrastrando mientras andaba. Ke‘aku, me dijo a modo de saludo. Aprovechando su fraternal cortesía aproveché para detenerlo y preguntarle dónde podía encontrar una artesanía llamada “Ojo de Dios”. Me miró con una expresión amistosa. Confianzudo y con autoridad debrahmán puso sus manos sobre mis hombros. Inquieto simulé seguridad.Túbuscas el Tzicuri, me dijo mirándome sin parpadear, Estás en buenas manos, sígueme, me dijo volviendo sobre sus pasos y confiando que lo seguiría. No se equivocó. No estás aquí por casualidad, hombre. Eso que buscas te traerá paz. Es un regalo de los dioses. Es mucho más que una artesanía. Es la voz de nuestros ancestros. Mira dentro de él y te puedo asegurar que lograrás percibir la voz de nuestro hermano mayor, Venado azul. Te convertirá en un mejor ser humano. Espero andes sobrado de tiempo, me gustaría me acompañaras a comer.

Luego de tener aquella forma romboide entre mis manos me condujo a un domicilio particular en el que una mujer se encargó de prepararnos unaexquisitacomida huichol. Es fecha que no logro entender qué fue lo que me hizo seguir su pasos e ir escuchando cada una de las cosas que me expresaba.

Mientras caminábamos en lo que había sido La casa de la Moneda, me cuestionó del porqué en mi estado éramos tan débiles para defender nuestra tierra. Del porqué permitíamos que la violaran para extraer el carbón. La tierra es el manto donde pisan nuestros dioses. Daría la vida si fuera posible por defender el Wirikuta, me dijo.Cuando nos despedimos me reveló su nombre. Curiosocuestioné a la cocinera sobre la identidad de aquel personaje tan peculiar. Es de Nayarit, me dijo la anciana. Es un Marakame y es muy respetado por todos aquí, concluyó.

Don Margarito no sólo era una importante guía espiritual de la comunidad, también era responsable su bienestar. Literalmente era un chamán. Era conocedor de los textos rituales que sabía cómo recitarlos sin dejar de lado su capacidad mágica para comunicarse con los dioses.

Consternado por tan fatídico deceso hoy sólo me ha restado recordarlo con esta experiencia vivida en tierras huicholes. Coincido a plenitud con el sentimiento que tienen los que lo conocían al describir a don Margarito como un ser humano íntegro, justo, un hombre de mucha fe en su cultura Wixárika. Fue un tenaz defensor de los sitios sagrados de la cultura Huichol ante los embates de las empresas extranjeras, en particular las canadienses que han buscado a lolargo de los años excavar territorio sagrado.

Sin duda alguna la codicia y el interés malsano de quien anhela adueñarse de ese rico territorio de los dioses fue el causante de este certero crimen contra la humanidad. Y digo que contra la humanidad porque son pocos los que luchan por la verdadera espiritualidad del ser humano.

Qué insensatos solemos ser cuando creemos que las cosas materiales son mucho más valiosas que las imperecederas. Echar de entre nosotros a los verdaderos héroes espirituales es como quedar vulnerables ante los dardos encendidos de la maldad. Al final, cuando nuestras tierras quedes desvalijadas por el hombre blanco, sólo quedará el recuerdo de nuestra insensatez por no escuchar al que siempre tuvo razón, al que siempre buscó protegernos y acercarnos a los dioses, a esos marakames de todos los tiempos. Adieu.