Todo transcurría normalmente para un par de leones que paseaban en su cómoda habitación dentro de un zoológico; los visitantes grababan los majestuosos pasos de los felinos sin imaginar lo que estaban a punto de presenciar.
Ambos animales muestran su dorado pelaje y de pronto, uno de ellos tiene un desafortunado tropiezo que lo lleva directamente al fondo del estanque artificial que hasta un momento antes, les alegraba la vista.
El humillado león comienza a nadar mostrando su cabeza que por el agua parece diminuta, como la de un gatito casero.
Afortunadamente pudo salir por su propio pie y seguro su melena se secó volviendo a su característica forma.
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