La pluma profana de El Markés

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I can’t breathe

I can’tbreathe, I can’tbreathe, no puedo respirar,decía George Floyd desde una perspectiva en la que únicamente podía ver el filo de la banqueta, el neumático de su coche, los pies de los cómplices de su verdugo andar de un sitio a otro, y escuchando la voz de uno que otro civil exigiendo que lo dejaran en paz… ya no sólo sentía una rótula policial clavándosele en el cuello, sino toda una vida de humillaciones por ser negro… y entonces dejó de respirar, sí, tal cual el cara pálida lo deseaba… y se hizo la guerra… se creó una ofensiva causada por la ignominia, la afrenta, al sobajamiento del alma negra… y entonces una densa voz venida como del más allá a un oportuno más acá comenzó a inundar los cielos norteamericanos; esa voz, que no era otra que la de un Martin Luther King igualmente muerto por el racismo y diciendo “No soy negro, soy hombre”… Y ardió Minneapolis, y ardió Dallas, Nueva York, Los Ángeles y hasta algunas capitales europeas…

Los ataques con violencia a personas de raza negra se han ido acumulando a lo largo de la historia de los Estados Unidos. Entre ellos podríamos citar algunos: La paliza a Rodney King en 1992; la muerte a tiros de Trayvon Martin a manos de un vigilante blanco en 2012; el estrangulamiento de Eric Garner por un policía blanco en 2014, y Michael Brown muerto a tiros por un policía blanco ese mismo año.

El ahogado clamor de Floyd pidiendo únicamente que le dejaran respirar ha vagado como una pandemia justiciera sobre los gringos. Y es que mientras su mejilla rozaba el pavimento y el hombre sentía la humillación, al mismo tiempo escapaba de su boca herida y como un vaho, las palabras de King diciendo que la discriminación era un perro infernal que ladraba a los negros en todos los momentos de su vida para recordarle que la mentira sobre su inferioridad era aceptada como verdad en la sociedad que los dominaba.

Si bien el ser humano es grandioso por naturaleza y por herencia divina, a la par de estas características tan loables, tenemos la obligación de aceptar que existe en este un alto grado de torpeza, estupidez y engreimiento. Si bien es cierto que no existe la perfección humana, sino una evolución en crecimiento intelectual, cuando se ha creído que se va bien, siempre ha de saltar un espécimen humano echándolo a perder todo. Entonces ese alguien lidera dejando en ridículo al planeta entero. Tal es el caso de Derek Chauvin.

Envueltos en un desbarajuste del que parecemos no poder salir, en un abismo en el que las noticias vomitan caos y más caos, se agregan casos que vienen a agobiarnos todavía más: El racismo, el racismo dibujado a garabatos en la figura violenta de Derek Chauvin, ese hombre que se encargó de aumentar el pesar de ese país que lidera en el Covid-19 con más de cien mil muertes.

Un solo hombre, uno. Un tipo de raza blanca, de esa clase que se cree empoderada por su color y no tanto por su historia. La realidad es que los vecinos del norte no tienen otra historia que invasión tras invasión desde que llegaron de Europa para apoderarse del territorio indio.

El orbe en sí lleva encima una pesada carga de salud con la que con mucha dificultad ha estado combatiendo. Citar las cantidades de decesos de un modo global o de nación por nación sería como leer la obra de Don Quijote de La Mancha de pasta apasta. Los muertos se cuentan por millones amenazan con convertirse en billones ante lo ya antes dicho: la torpeza, la estupidez y el engreimiento humano.

Buda expuso que Quien te enfada, te domina. Nada más claro cuando una gran parte del mundo está enfadado con un algo que lo ha mantenido en un encierro de locura. Aparte de lo vergonzoso del racismo, el mundo está enfadado como igual lo estuvieron otros seres humanos en otras épocas y con otras pandemias… ¿qué es lo que enfada al mundo y que lo ha mantenido dominado? Creo que es el hecho de la inexistencia de una vacuna que de esperanza, un antídoto que prometa acabar de cuajo con esto que aturde y entristece. Otra razón podría ser la desinformación que ha llevado, todavía con la palpable prueba de los millones de muertos, a muchos a creer que esto es un engaño mundial para llevarnos a un cataclismo económico sin precedentes.

Hoy el planeta azul está en agonía, los muertos aumentan, la tala sigue, la contaminación nos ahoga, la violencia se engrandece, los secuestros avergüenzan, los feminicidios se desbordan y sin poder hacer mucho el aire se nos va y entonces exhaustos  emulamos la voz de George Floyd: I can’tbreathe. Adieu.

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