Khan, el alcalde que sacude prejuicios mundiales desde Londres    

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Sadiq Khan ha sacudido los prejuicios del continente para convertirse en el primer alcalde musulmán de una gran capital occidental. (THE SUN)

MADRID, España.- En un año en que Europa parecía haberse acostumbrado a las redadas en los barrios musulmanes de Bruselas y a las manifestaciones islamófobas en Alemania, Sadiq Khan ha sacudido los prejuicios del continente para convertirse en el primer alcalde musulmán de una gran capital occidental.

El abogado, de origen paquistaní y extracción humilde, manda un mensaje de normalidad con su llegada al Ayuntamiento de Londres, una ciudad llena de desigualdades y problemas, pero también un ejemplo del multiculturalismo.

Khan, de 46 años, no sólo es un musulmán practicante que ha cumplido con el precepto religioso del peregrinaje a la Meca. Es, sobre todo, un éxito del modelo de integración británico. us abuelos emigraron de India a Paquistán por los conflictos religiosos tras la independencia y sus padres viajaron de Paquistán a Londres.

“Seré el primero de mi familia en tres generaciones que no necesite irse a ninguna parte”, dijo en una entrevista. Las fotos de su infancia lo muestran con sus siete hermanos en el jardín de la vivienda social donde se instalaron su madre, costurera, y su padre, conductor de uno de esos autobuses rojos de dos pisos que son símbolo de la ciudad.

“Londres me ayudó a cumplir mis sueños. Se lo agradezco. Ahora quiero que las nuevas generaciones tengan esas oportunidades que se están perdiendo por la desigualdad”, explicó en una entrevista con Amol Rajan, director del diario “The Independent”.

Rajan sabe bien a qué se refiere Khan: en un perfil sobre éste que escribió hace un año, el periodista recordaba cómo los dos crecieron en el mismo barrio del sur, Tooting, donde había dos institutos para los hijos de inmigrantes que no podían pagarse la educación privada: uno bueno y uno malo. A Rajan le tocó el bueno; a Khan, el malo. Aun así sus notas en matemáticas eran excelentes y aspiraba a ser dentista, hasta que un profesor le recomendó que, con lo que le gustaba discutir, debería ser abogado. El consejo le divirtió, pero lo que terminaron de convencerle fueron las aventuras del bufete de la serie de televisión “Se hará Justicia”. Khan se matriculó en Derecho en la Universidad de North London y se convirtió en especialista en derechos humanos.

Desde entonces su carrera ha sido discutir. En 2005 llegó al Parlamento británico (siempre por su distrito de Tooting y en el partido Laborista). No era el mejor momento para significarse como musulmán: las tropas de Reino Unido estaban desplegadas en Irak y Londres sufrió un terrible atentado yihadista, pero a Khan no le dio miedo ser uno de los laboristas que firmó una carta contra la política exterior de Tony Blair, incluyendo la guerra en Irak. También ganó el premio al parlamentario joven del año “por la firmeza y claridad con las que trató el complejo asunto del terror islámico”.

Europeísta, miembro del ala más socialdemócrata y progresista del partido (la de Gordon Brown y Ed Miliband, no la de Jeremy Corbyn), en 2013 recibió amenazas de muerte por apoyar las uniones homosexuales, e incluso el imán de una mezquita radical emitió una fatua contra él que le hizo plantearse que su mujer Saadiya, abogada, y sus dos hijas, Anisha y Ammarah, fueran acompañadas de escolta.

Khan se ha definido varias veces como “el musulmán que luchará contra el extremismo”, pero en la campaña por la alcaldía, su rival, Zac Goldsmith, un conservador millonario, agitó las sospechas de complicidad con el extremismo una y otra vez. Y apenas darse a conocer el triunfo de Khan, medios conservadores como el “Drudge Report” encabezaban: “Primer alcalde musulmán de Londonistán”.

Las acusaciones se basan en los contactos de Khan, justificados por su labor de abogado, con personajes como Sulaiman Ghani, clérigo partidario del Estado Islámico.

Sin embargo, es su programa político, y el hecho de haberse forjado desde abajo, lo que atrajo a los londinenses. Los problemas sociales, específicamente el de la vivienda, que quiere arreglar construyendo miles de casas que bajen los precios, centran su agenda. Prometió congelar los precios del transporte público, combatir la contaminación y la inseguridad, y luchar por una mayor tolerancia e igualdad. Londres, ha denunciado, se convirtió en “la capital de la plutocracia planetaria”. Ahora es su tarea hacer de la ciudad el símbolo de algo más.