Hillary y Trump inician guerra; el país, dividido

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Quedan exactamente 100 días para las elecciones en Estados Unidos y la guerra por la Casa Blanca ya comenzó. (conservativereview.com)

WASHINGTON, EU.- Quedan exactamente 100 días para las elecciones en Estados Unidos y la guerra por la Casa Blanca ya comenzó. Donald Trump y Hillary Clinton son oficialmente los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, y tras dos semanas de intensa actividad política con las convenciones de los dos principales partidos del país, la división no podría ser más aguda.

Republicanos y demócratas parecen vivir en “planetas diferentes”, como dijo este viernes Hillary, candidata demócrata y primera mujer en la historia en conseguir la nominación de uno de los grandes partidos de EU, al arrancar su campaña formalmente, con un acto en Filadelfia en el que estuvo acompañada de su esposo, el ex presidente Bill Clinton, del candidato vicepresidencial Tim Kaine y de la esposa de éste, Anne Holton, ex secretaria de Educación de Virginia.

La candidata prometió que en los primeros 100 días de su presidencia hará la “mayor inversión en puestos de trabajo bien pagados desde la Segunda Guerra Mundial” y que creará empleos en la industria manufacturera, la energía limpia y el sector tecnológico. “Vamos a prestar especial atención a las regiones que se han quedado atrás, a las comunidades devastadas por la adicción y a las regiones demacradas por el cierre de plantas”, se comprometió la ex primera dama, interrumpida por los gritos de: “¡Hillary, Hillary!”.

Kaine criticó la convención republicana, señalando que fue “un paseo” por la mente de Trump. “Y la mente de Trump es un sitio muy aterrador”.

El lugar escogido por los demócratas para su primer mitin fue simbólico porque Pennsylvania ha estado dominado por su partido desde 1992 pero, a decir de analistas, ahora podría estar en peligro ante el mensaje de Trump, quien apela al votante blanco y trabajador del cinturón industrial de EU, del que forman parte Pennsylvania, Ohio y Michigan, entre otros estados cruciales para las elecciones de noviembre.

Es precisamente parte de ese cinturón el que durante este fin de semana Clinton y Kaine recorrerán en una pequeña gira de autobús que les llevará a atravesar Pennsylvania y parte de Ohio, acompañados por sus parejas.

Los demócratas buscan granjearse al votante moderado indeciso, al hombre blanco del cinturón industrial, al republicano asustado de la figura del magnate, al que Hillary dirigió casi personalmente gran parte de su discurso de aceptación de la candidatura.

Trump, por su parte, encabezó el viernes un acto en Colorado Springs y horas antes, en un tuit, criticó que Hillary no hablara del “islamismo radical que amenaza nuestro estilo de vida” durante su discurso en la convención.

Consciente de que cada voto será clave, en los últimos días, el magnate ha centrado sus esfuerzos en seducir al “revolucionario” demócrata: al sector descontento con la derrota del senador Bernie Sanders.

La visión distópica de los conservadores contrasta con la versión optimista de los progresistas y las propuestas para afrontar los retos “cruciales” a los que se enfrentan los estadounidenses no podrían ser más diferentes.

Se ve claro, por ejemplo, en la propuesta de Trump de construir el muro en la frontera con México para “detener la inmigración ilegal”, según insistió en su discurso de aceptación de la candidatura. “No vamos a construir un muro”, respondió Clinton, quien denuncia al republicano como “radical y peligrosa”. La demócrata asegura, a su vez, que las políticas de su rival están “fuera de la realidad”.

La personalidad de los candidatos por sí sola polariza la campaña. “Sólo yo puedo arreglar el país”, esgrimió el republicano. “Juntos somos más fuertes”, reza el lema de campaña de Hillary. No será una batalla fácil. Ambos son probablemente los dos peores candidatos de la historia electoral moderna, al menos en popularidad y en el nivel de confianza que transmiten al electorado. Las convenciones de demócratas y republicanos dejaron la sensación que las bases de los partidos, con algunas grietas y voces discordantes, están plenamente entregados a su candidato; quizá más por miedo al contrario que por amor al propio. Y es que el país está polarizado. O de uno o de otro, casi no existe el término medio.

Posible, reforma migratoria. En este contexto, el senador republicano por Arizona, John McCain, no descartó la posibilidad de que en 2017 el Senado retome el proyecto de reforma migratoria que se quedó estancado en 2013 en la Cámara Baja, dependiendo “del resultado de las elecciones de noviembre”.