“El tren maya y el olvido de los dioses”

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La velocidad con la que se vive en la actualidad nos ha hecho olvidar esa otra parte espiritual que junto con la física nos convierten en almas con un sentido.Creemos que somos tan civilizados que es completamente innecesario acercarnos a lo espiritual para resolver los asuntos que bien podrían cambiar el rumbo de nuestras vidas.

Bajo la idea de que siglo tras siglo hemos ido “evolucionando” se nos ha ido metiendo en la cabeza que porque ahora la tecnología está en nuestras manos, somos mejores que los que nos antecedieron.

Entre más avanzan los siglos más se pone en duda el término “evolución” como algo ligado al progreso. Lo que hemos denominado prosperidad ha sido para otros seres vivos decadencia, tortura y miseria. El mundo animal se ha visto invadido es sus hábitat y no se diga el mundo vegetal que visto desde los cielos, la mancha verde se ha visto reemplazada por una mancha que de noche cada vez ilumina más y más el planeta. El grado de contaminación en los ríos, lagunas, mares y océanos es tan alarmante que más de una vez se nos ha advertido que hasta podríamos quedarnos sin agua. Ni qué decir del oxígeno a causa de la devastación de miles de hectáreas de bosques y selvas.

Y estúpidamente nos reímos de los rituales de nuestros ancestros pues creemos que no necesitamos de dios alguno que rija nuestras vidas.

En lo que se tiene memoria, ningún presidente de la república mexicana se había apegado tanto a rituales ancestrales como lo ha hecho el actual mandatario. Son muchos los que piensan que es pura puesta en escena. Lo mismo se cree del reciente ritual por lo de la consulta sobre la realización del proyecto para la construccióndel tren maya. Este último un proyecto de arrastre tan importante en el ámbito turístico y comercial como no se había visto jamás en el mundo ferroviario en México, claro, a excepción de cuando llegó al país en el porfiriato y por otro lado el Chepe en el estado norteño de Chihuahua. Todos sabemos que la realización de dicha empresa uniría estados y embellecería al país.

A lo que vamos es que nos hemos olvidado abruptamente de Dios a causa de la vanidad y el orgullo. Sea o no sea un pantomima gubernamental la que el actual presidente hace, eso nos enseña que si algo tenían nuestros ancestros, esos cuya sabiduría rebasa por mucho nuestra llamada “Civilización” es que no había una toma de decisión que pudiera afectar su futuro como pueblo o como personas en la que no se tomara en cuenta una consulta con la divinidad.

Desafortunadamente la filosofía moderna nos ha ido creando una diversidad tan amplia de ídolos tan luminosos y sensoriales, que hemos optado por guardar en el ático de nuestras almas a los que por muchos años rigieron nuestras conciencias.

Hoy tan civilizados estamos que nos reímos de los Testigos de Jehová, cristianos evangélicos, pentecostales y hasta de los mismos católicos por lo que hemos denominado “Fanatismo” como si lo nuestros anhelos por el exceso de sexo y dinero no lo fuera. Nos reímos de los lamas y su fina sabiduría. Nos burlamos de los negros mascogos y kikapú por sus rituales ancestrales. Y mientras ellos gozan de una envidiable paz a causa de lo que denominamos ignorancia y fanatismo, hoy nuestros hijos se pudren en nuestra “Civilización”.

En el principio el hombre tenía tranquilidad, ahora sólo posee devastación y vergüenza. En el principio hubo un paraíso, pero el hombre insensato le apostó a la vanidad. Con la sabiduría mal encauzada definitivamente vino la vergüenza. Eso es justamente lo que nos ha llevado a un mundo terrible. Hoy pensamos demasiado y sentimos cada vez menos. Aunque suene un tanto dogmático, nos hemos ido desterrando del paraíso creado para nosotros para ir en busca de una tierra desierta, fría en la que no hay hermanos, padres, tíos, abuelos, sólo existe el individualismo y su terrible orgullo.

No hay mejor época del año que esta en la que el corazón se constriñe y tiende a arrepentirse de muchas cosas. No hay mejor tiempo que este en el cual se analiza nuestro andar por la tierra… ¿hacia dónde se dirigen nuestros pasos? ¿Vamos solos o hemos decidido ir en compañía de nuestra familia?

Abramos nuestros ojos internos y sintamos, ahí hay vida. Abramos nuestros ojos, alcemos nuestras manos… acerquémonos al dios que hayamos elegido para regir nuestra existencia. La enorme diversidad nos da la opción de mirar al cielo y pedirle a Alá, a Jesús, a Santa Rosa de Lima, San Francisco de Asís o San Charbel su usted así lo desea, pero acérquese a eso que le llevará a ser una persona grata a los sideral y por ende, a ser una persona noble buscando la ayuda celestial para cualquier toma de decisiones. Adieu.

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