El ortopedista del futuro: en 3D

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CIUDAD DE MÉXICO.- Máquinas creando, casi de la nada, objetos tridimensionales. En algún momento se pensó en aquello sólo como pasaje de alguna película o novela futurista, al igual que las videollamadas o los hologramas. El futuro nos alcanzó. La materia como la energía, no se crea ni se destruye: sólo se transforma.

Hace tres años, Zaid Badwan, todo un ingeniero en mecatrónica —útil en la manufactura de diseño de productos que facilitan las actividades de las personas—, tomó un curso relacionado con la impresión tridimensional en la Universidad del Sur de California. Entonces tenía 22 años. Más tarde llegó la forma de aplicar ese conocimiento en el campo de la Medicina Ósea, que abarca las especialidades de ortopedia y traumatología.

A pesar de que su nombre es de origen árabe, Zaid es un mexicano orgulloso de haber nacido en Zapopan, Jalisco.

Con 25 años, sonríe cada vez que menciona su paso por su alma mater, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde estudió la licenciatura en Ingeniería Mecatrónica. Esa especialidad le abrió muchas puertas, como aquel curso enfocado en una ciencia que, aun ahora, parece increíble, la posibilidad de materializar en estructura 3D sueños asentados en programas de diseño en computadoras.

La tecnología llegó para crear en materiales sólidos los bocetos hechos a la medida e imaginación de su creador. La nueva incógnita era ¿en qué podía ser aplicado aquel adelanto tecnológico?

Así nació NovaCast, un yeso creado con una impresora tridimensional que permite al fabricante ingresar medidas exactas para obtener un inmovilizador hecho justo a la medida de pacientes con fracturas, esguinces o fisuras.

Más allá de la inmovilización total de la parte corporal afectada, la utilización de este dispositivo permite una adecuada ventilación, cosa que con los yesos comunes no pasa, causando incluso mal olor en la piel cuando se retira.

No sólo eso, suele ocurrir en los peores casos, que cuando el médico ortopédico o traumatólogo no coloca bien el yeso, la soldadura de éste suele complicarse, al punto de hacer perder a la extremidad su movilidad.

Corregir un hueso mal soldado, producto de un inmovilizador normal mal colocado, es un proceso complejo. Se procede a refracturar el hueso de la persona, para volver a aplicar las capas de yeso y mallas. No sólo se trata de la correcta alineación, sino que el médico debe asegurarse de que el material seque rápido.

El detonante

Cuando Zaid estaba terminando su pasantía en California, ocurrió un hecho que marcaría profundamente su trabajo como ingeniero. Su madre tuvo un accidente que le causó problemas en la columna y, aunque no menos importante, una fractura en la mano.

“Entre tantas cosas para preocuparse, esa lesión en la mano fue lo que menos pensamos que le iba a afectar. El problema fue que le pusieron mal el yeso, impidiendo que el hueso soldara en la dirección correcta”.

Este suceso cruzó sus conocimientos en impresión tridimensional, que con temas de emprendimiento que adquirió en París, Francia. Como consecuencia casi natural, Zaiz creó MediPrint, su propia empresa dedicada a llevar la tecnología de la creación tridimensional al servicio de la ciencia médica:

“Buscamos ayudar a las personas a recuperarse con opciones mucho más cómodas y seguras a través de soluciones médicas personalizadas, mediante el proceso de impresión 3D. Esta técnica permite hacer objetos diferentes a costos moderados para que las personas puedan tener una solución hecha justo a su medida a través de este proyecto”.

NovaCast es un producto realizado con un termoplástico especial, es bastante rígido, su diseño, basado en hexágonos, muy parecido a la arquitectura de un panal de abejas, que le permite ser mucho más resistente que un yeso.

El joven egresado de la UNAM prueba golpeando varias veces el inmovilizador en las paredes, los golpes huecos lo comprueban: el brazo jamás se mueve de su posición natural aun después de los impactos.

En palabras de Zaid Badwan, “la impresión es como una pistola de silicón, que sostenida desde arriba, procede a expulsar el líquido en capas de abajo hacia arriba hasta terminar todo el modelo”.

Este ingeniero es consciente de que la impresión tridimensional tiene muchas ventajas, pero es particularmente costosa. “Veo todavía complicado, a corto plazo, que haya una impresora 3D en cada casa. Muy en el futuro es probable, la idea era encontrar un uso masivo”. Por eso, busca aprovechar ese conocimiento en programación para enfocarlo en la medicina.

“Yo era uno de los grandes detractores de la impresión en 3D, porque no es más barata ni rápida que producir piezas con otro tipo de técnicas, pero la ventaja que tiene es que se puede programar dependiendo de las especificaciones de quien manipule la impresora y así obtener objetos personalizables”, dice Zaid Badwan.

“MediPrint, a la par que sigue experimentando con su inmovilizador NovaCast, trabaja con diferentes proyectos, todos relacionados con el ala médica, con investigadores, científicos, hospitales: “Hemos trabajado en varios proyectos, el equipo está involucrado en la creación de artículos de investigación científica. A la par, con sus conocimientos en ingeniería e impresión tridimensional, se ocupan de hacer modelos anatómicos para poder estudiar la planeación de cirugías y con ellos ayudar a más gente.

“Cuando inventas algo, no siempre tu creación impacta en el día a día de las personas y puede que se quede como un número más, archivado en algún lugar. Buscamos que esto cambie la vida de las personas para que se puedan recuperar de mejor forma”.

Como un mal recordatorio, Zaid busca evitar que más personas sufran lo que su madre experimentó por la utilización de una técnica sanatoria con más de mil años de uso.

Para obtener el producto, primero se toman las medidas antropomórficas de la persona, mismas que son vaciadas en un programa de diseño tridimensional en computadora. Posteriormente, el ingeniero se dedica a hacer estos datos compatibles para transmitirlas a la impresora, que comienza a trabajar.

Para obtener un inmovilizador NovaCast son necesarias de ocho hasta 36 horas, dependiendo del tamaño de la pieza protectora.

Emprender, a pesar de todo

Es complicado que un médico tenga un perfil de ingeniería, Zaid sabe que la tarea de programar aquellas máquinas creadoras no es lo único que se necesita. Desde entender por qué lo hacen, saber sobre el grosor de la pared del inmovilizador, materiales que convienen, diseños especiales. Por ello, afirma, es necesario que la ingeniería apoye a la Medicina. Cuando Zaid tuvo claro que quería ser emprendedor, sabía que el inicio no iba a ser sencillo. Con todo el conocimiento adquirido en EU, Francia y México, sus padres sabían que podría emplearse sin problemas en cualquier empresa.

“Escuchas de tus padres: ‘Déjate de cosas, bien podrías hacer tu doctorado en EU’. Conforme van pasando las cosas, tu familia te ama: me han apoyado muchísimo. Al final son ellos quienes están ahí para ti, junto a todas las personas que han colaborado en el proyecto”.

El apoyo familiar se complementó con el que recibió en la universidad, en la que ganó el primer lugar del Concurso Emprendedores (SEFI-UNAM) en 2014. Además, el año pasado MediPrint fue ganadora de SPIN 2016, concurso organizado por RedEmprendia, en España: “Hemos recibido mucho apoyo de la UNAM, del gobierno, de aceleradoras, patrocinadores, los medios, y eso ayuda a que cuando te presentas con los médicos ellos hayan oído hablar de ti y se interesan en el proyecto”.

El futuro es prometedor para su idea: ya se encuentran trabajando con instituciones nacionales de salud, en específico con el hospital Salvador Zubirán. Sabe que su tarea es coadyuvar con los ortopedistas del futuro: acercar la tecnología a los médicos, estrechar la ciencia de la impresión tridimensional con la medicina traumatológica.

En un país donde, de acuerdo con estudios del Latin American Audit, las fracturas óseas se convertirán en un problema mayor en el año 2050 con el envejecimiento de la población en México, esta forma revolucionaria de curar huesos fracturados se perfila como la favorita para muchos médicos.

“Estamos hablando con más médicos, cerrar rondas de inversión para poner una planta y poder llevar nuestro producto a más personas que lo necesitan. Muchos hospitales están interesados”, señala Zaid.

¿Negocio del mañana?

En México, actualmente hay lugares donde uno puede acudir para imprimir sus propios modelos en 3D de diversos objetos. La mayoría de estos negocios cotizan por tiempo, es decir, por el material que ocupan en minutos u horas para concretar un modelo.

¿Qué es la impresión en tercera dimensión?

Se trata de crear, mediante un material procesado líquido, capa sobre capa hasta obtener una pieza con dimensiones.

Actualmente, aún es caro adquirir una impresora de este tipo, su precio ronda entre los 16 mil pesos, más los materiales con que trabajan los modelos.

En 1984 se presentó un prototipo que permitía manufacturar en una forma muy parecida con la que las impresoras 3D actuales trabajan.

Fue hasta 2009 cuando esta tecnología salió a la venta, tenía un diseño más pequeño para el hogar. Fue en 2013 cuando ingresó a México. Desde entonces se ha comenzado a aplicar en distintos ámbitos industriales.

300 pesos puede costar, por hora, la impresión de diseños tridimensionales. Actualmente hay sitios en la CDMX que dan este servicio.

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