Con joyas y gallinas se pagó la deuda por la Expropiación

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CIUDAD DE MÉXICO.- El jueves 18 de marzo de 1938, el presidente Lázaro Cárdenas declaró nacionalizada la industria del petróleo. México contrajo una deuda que sobrepasaba las posibilidades de pago del gobierno. Fue necesaria la contribución del pueblo. Sin dilación, toda la sociedad hizo caso del llamado. Las escenas de las donaciones fueron conmovedoras.
Los abusos de las compañías extranjeras petroleras en este país llegaron al punto de la indignación. La nacionalización se impuso como único remedio. En su libro, Las raíces del nacionalismo petrolero en México, Lorenzo Meyer cuenta que el general Cárdenas dijo a Eduardo Hay, secretario de Relaciones Exteriores, que era preferible destruir los campos petroleros, con tal de que esa industria dejara de ser el obstáculo al desarrollo del país, como hasta entonces había sido.
La decisión de Cárdenas fue recibida con júbilo por los mexicanos. Los primeros en manifestarlo fueron los estudiantes de la UNAM. Cientos de universitarios desfilaron frente a Palacio Nacional para mostrar su apoyo al presidente. Desde el balcón central, Cárdenas, sonriente, ondeó una bandera con el escudo de la Universidad. Dice la crónica de EL UNIVERSAL que los jóvenes saludaron al general tremolando sus estandartes y lanzando sus vítores por espacio de diez minutos.
La mañana del miércoles 23 de marzo, la Ciudad de México se paralizó. Los periódicos anunciaron paro total de actividades de las nueve a las 15 horas. Los comercios cerraron y dejaron de circular los tranvías. Las casas fueron adornadas. Doscientas mil personas acudieron al Zócalo para celebrar la Expropiación Petrolera. Las mantas se multiplicaban. “Viva Cárdenas”, “El pueblo con Cárdenas”, “Muerte a las compañías extranjeras”. También hubieron ataúdes de cartón con los nombre de Huasteca y El Águila, las empresas petroleras extranjeras más importantes.
Ese día, el presidente afirmó en un discurso que los mexicanos harían honor a su deuda con el extranjero. “Debemos organizarnos, dijo, para comenzar inmediatamente la indemnización de lo expropiado. No es justo dejar esa carga a las generaciones futuras”. Fue claro cuando dijo que no quería nada que no fuera espontáneo.
1938. La muestra de cariño y respeto al presidente Lázaro Cárdenas se demostró con la presencia y apoyo del pueblo mexicano y sus donaciones. En la imagen, habitantes de Coyoacán manifestaron su adhesión al Presidente de la República para pagar la deuda petrolera.
Cárdenas nacionalizó el petróleo en el ojo del huracán. Una semana antes del anuncio, la Alemania de Hitler anexó a Austria a su territorio. España estaba en medio de una Guerra Civil. Estados Unidos vivía su Gran Depresión. El escenario era, pues, de tormenta.
El presidente de la República se reunió con los gobernadores de los estados. Todos acordaron que cada entidad se organizaría para recaudar sus contribuciones.
Como en los primeros días la gente no sabía a dónde mandar sus donativos, éstos fueron enviados a la Presidencia. Para el 27 de marzo se habían recaudado $20, 162.26. La gente donaba en distintos sitios, como oficinas o escuelas. Cárdenas dio la orden al Banco de México para que se abriera una cuenta con el nombre “Cooperación Nacional” y ahí fueran depositados todos los donativos. Envió el presidente lo recaudado en Presidencia y adjuntó el nombre y domicilio de cada donador.
En esos días el Distrito Federal era gobernado por el doctor y general José Suirob. De acuerdo a lo ordenado por el presidente, él era el responsable de organizar la recaudación en la capital del país. Fue creado un Centro de Redención Económica Nacional (CREN) para tal efecto. Alfonso Priani, secretario General del entonces Departamento del Distrito Federal (D.D.F.) fue nombrado director general y el empresario Emilio Azcárraga asumió la subdirección. El cuerpo de consejeros del CREN estuvo integrado, entre otros, por los directores de los diarios más importantes del país. Suirob fue tajante: “La Patria espera a sus hijos para pasar lista de presentes”. Uno de los primeros donadores fue el hijo del presidente, Cuauhtémoc Cárdenas. Su madre, Amalia Solórzano, envió al gerente del Banco de México el siguiente telegrama: “Por el cariño que Cuauhtémoc tiene a la bandera nuestra, puedo pensar que si tuviera edad para comprender, su alcancía la daría a la Patria; interpretándolo lo hago, segura de que el día de mañana, ya consiente, estará orgulloso de este deber cumplido”. El niño Cuauhtémoc tenía cuatro años.
1938. En Palacio de Bellas Artes, doña Amalia Solórzano de Cárdenas, primera desde la izquierda, encabezó el comité de damas que recibía los donativos para pagar la deuda petrolera.
En sus primeros días de actividad, el CREN recorrió La Merced, Tepito y Jamaica. Fueron generosamente recibidos. Se colocó una urna en la Columna de la Independencia para recoger dinero en efectivo.
A principios de abril, el Comité Femenino Nacional pro Pago de la Indemnización Petrolera convocó a todas las mujeres para que acudieran al Palacio de Bellas Artes con sus donaciones en metálico y especie. Nunca imaginó el Comité que aquella sería la jornada más fructífera y, sobre todo, conmovedora. La cita quedó para el 12 de abril, martes Santo.
A las diez de la mañana fueron abiertas las puertas del Palacio. Miles de mujeres entraron ávidas de dejar sus donaciones. Cada una llevó lo que tuvo por más valioso entre sus pertenencias. Los cubiertos de plata, el prendedor de oro, los aretes de brillantes, la loza fina, el caso de cobre, los muebles de familia, el abrigo, la estola, zapatos, trastos, peinetas, jarrones, colchas, planchas, radios. El Comité, presidido por la señora Solórzano e integrado por las esposas de los secretarios de Estado, recibió la mar de objetos durante todo el día. Los hombres y niños se sumaron a la acción. No hubo distinción de clases sociales ese día. Fueron fabulosas las historias que ocurrieron en el vestíbulo de Bellas Artes. EL UNIVERSAL dio cuenta de ellas.
“Escenas en verdad emocionantes se desarrollaron bajo el marmóreo escenario que presenció el entusiasmo de nuestras mujeres que, conscientes de lo que significa para el país la expropiación de la industria petrolera y la grave responsabilidad de nuestro Gobierno para cubrirlo, con toda espontaneidad llevaron objetos para ellas muy queridos pero que representaban un valor que ayudarán al pago de dicha deuda”.
Una anciana entregó su anillo de compromiso. Era lo único que poseía de valor. Amalia Solórzano abrazó a la donadora y juntas lloraron. Otra mujer ofreció su máquina de coser. Con ella me gano la vida, dijo, pero lo importante es pagar el petróleo. Indígenas de Tlalmanalco cooperaron con pollos y gallinas. Los objetos fueron valuados ahí mismo por peritos del Monte de Piedad. Lo que de oro y plata hubo fue fundido y depositado en el Banco de México.
Continúa la crónica: “Al salir, todas las donantes miraban satisfechas el gran cartelón que se colocó detrás de las mesas en que se recibieron los donativos, que decía: ´Mujer: La Patria necesita tu ayuda´”.
1938. La muestra de cariño y respeto al presidente Lázaro Cárdenas se demostró con la presencia y apoyo del pueblo mexicano, muchas personas apoyaron con joyas, utensilios de platería hasta gallinas y gallos para pagar la deuda petrolera.
Fue tan basto lo juntado que se repitió la recolección en los dos siguientes días. El horario inicial era de diez de la mañana a las cinco de la tarde, pero la cantidad de gente que no cesó de llegar hizo que se ampliaran las jornadas hasta las ocho de la noche.
De nuevo las imágenes enternecedoras. Una señora donó su vestido de novia; un charro, la botonadura de plata de su traje; una ancianita de 87 años, unos cuantos pesos escrupulosamente envueltos en papel de china, fruto de sus economías. Hubieron pobres mujeres que no pudiendo llevar más entregaron una pequeña cesta con huevos y otra, un canario en su jaula. Y así los donativos se sucedieron durante todo el día. Muchos chiquitines ponían en las manos de las damas sus alcancías que quebraban ahí mismo, sus muñecas, trenecitos y otros juguetes.
1938. Recibo de la donación, por cinco centavos, por parte del niño Martín Silva para saldar la deuda petrolera. Documento en internet.
Uno de aquellos niños fue Heberto Castillo. En una entrevista para el programa de televisión “Los sexenios” de Enrique Krauze, el líder de izquierda recordó que él entregó su alcancía con algunas monedas de dos centavos y fue cuando tuvo la oportunidad de ver de cerca al presidente Cárdenas.
Fue incalculable lo reunido en aquella Semana Santa. Todo México acudió a pasar lista de presente. La unidad nacional se vivió como pocas veces registra la Historia.
La nacionalización fue homenajeada de distintas formas, lo mismo en corridos que en películas. B. Traven narró el conflicto petrolero en su libro La Rosa Blanca. En 1961, Roberto Gavaldón llevó al cine la historia. En la escena final fue recreado lo ocurrido en Bellas Artes aquel 1938, donde el director supo transmitir la emoción de esos días.
1938. El pueblo acudió a Bellas Artes para donar lo mismo joyas que gallos y gallinas que sirvieron para el pago de la deuda petrolera.
Fuentes: Las raíces del nacionalismo petrolero en México de Lorenzo Meyer; Archivo Histórico de EL UNIVERSAL. Biografía del poder de Enrique Krauze.