“Coahuila: Esclavitud, codicia y muerte”

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No hace muchos días se derrumbó una mina en el denominado Mineral de Palaú, en el corazón de la Región Carbonífera en Coahuila. Hace unas horas se rescató el último de los dos cuerpos muertos de los mineros atrapados. A principios de mes, otra mina denominada La Encantada sucumbió en uno de sus tramos robándole la vida a otros tantos. Es indescriptible e inenarrable la escena de familiares suplicando información ante el silencio de los encargados de la mina; la tardada llegada de los servicios médicos y el consiguiente caos de los equipos de seguridad tratando de ocultar y minimizar la tragedia. No hay nada peor que la zozobra, que la angustia de una madre, de una esposa, de los hijos, todos aguardando con desasosiego noticias favorables.

¿Alguien recuerda“Pasta de Conchos” aquí en esta misma región? en esa ocasión varias decenas de mineros quedaron atrapados sin que hasta la fecha volviéramos a saber de ellos, bueno, nada anormal en un país en el que seguimos sin saber de los estudiantes de Ayotzinapa. La noticia de que en Chile y en un suceso similar los trabajadores de aquella mina hubiesen tenido un rescate casi espectacular al grado de ser llevado al cine, únicamente levantó el furor de los afectados en estos territorios pues nunca se hizo lo suficiente para lograr sustraerlos. Hoy a tanto año de la tragedia las heridas siguen abiertas como si hubiese sido hoy mismo.

Coahuila es una tierra de oportunidades, por lo menos eso es lo que elección tras elección se grita a voz en cuello por las calles en un loco y desesperado afán por ganarse a un electorado cada vez más reacio. Desafortunadamente lo que nunca aparece en los spot televisivos, radio, redes sociales, proclamas callejeras, mítines y comilonas, es el hecho de que tan mencionadas oportunidades sólo son para esa clase política por demás descarada y versallesca que todos conocemos.

Con todo y los altos índices de violencia económica y emocional de la que hemos sido víctima los coahuilenses a causa de los malos manejos financieros y los múltiples grupos delictivos, nuestra nobleza es tanta que no alcanzamos a ver que para las clases con menos fortuna lo único que cae de la mesa son migajas y de pilón toda una gama desometimiento, codicia y muerte.

La esclavitud en este Estado es tema añejo y en cierto modo hasta pudoroso. La falta de ética y aunada la hipocresía de los fingidos cronistas muchas veces han vedado esa vital información en sus registros. Ahora que la tecnología nos ha permitido llegar a un conocimiento casi completo de las cosas podemos saber que tanto los españoles, en conspiración con la iglesia católica, se dedicaron a sojuzgar a las diversas tribus de la región de modo salvaje y sanguinario. A cientos de años de esa supuesta conquista siguen existiendo hombres y mujeres que esclavizan y violentan. Existen hacendados que no son otra cosa que irascibles caciques usando a placer a quien no pueden defenderse. Hay mujeres y niños en bloqueras, minas de carbón a cielo abierto o interior, recolección masiva de cactáceas y candelilla. Nadie ignora los campos de cultivo en los que menores mexicanos y sudamericanos son esclavizados. No reciben pago alguno pos sus largos y agotadores jornales y de paso son utilizados como objetos sexuales. Les guste o no les agrade a los historiadores que sólo quieren pintar a un Coahuila libre y soberano, en este territorio del norte del país existe la esclavitud, sometimiento humano, el vasallaje físico y emocional en lo más escondido de la sierra, en las praderas o en las zonas más recónditas.

Coahuila y su Región Carbonífera han sido violentados desde que se descubrieron sus yacimientos de carbón. A causa de esta inmoderada y codiciosa explotación del llamado “Oro negro” existen pueblos fantasmas comoLa Escondida, San Felipe y El Hondo en los que a la culminación de los mantos, han quedado abandonados, devastados y erosionados. Hoy sólo quedan escombros y murmullos. Rumores del viento arrastrando sonidos como de voces y ladridos de perros que no existen y cientos de cruces de hombres y mujeres nacionales y orientales en un ya casi invisible panteón. Existen otros poblados en los que el aire puro ha sido sustraído para dejar en el ambiente sólo contaminación. Hablamos justamente del Mineral de Palaú, La Florida, Minas de Barroterán, Villa de las Esperanzas y otros sitios más donde la gente deambula como sacadas de una película del México postrevolucionario.

Entendamos que la tierra es quisquillosa y las mil y una vicisitudes que le han acontecido al ser humano tienen que ver unas, con acciones directas del hombre y otras, como los sucesos acaecidos el pasado 19 de septiembre, por causas de estiramientos matutinos de un planeta que al igual que un hombre agotado, tiende a estirar ocasionalmente sus tensados músculos para sentirse mejor, aunque en ello se lleve la vida de cientos de personas.

Existe la muerte inducida. Todas las tragedias mineras a lo largo y ancho del planeta son causadas ya no por acciones naturales, sino por acción directa del ser humano. Si el hombre tuviese la sagacidad del topo, la inteligencia laboral de la hormiga o la honorable construcción del castor, no existiría nada de lo que sucede hoy. Lanaturaleza es sabia y dichos animales sólo actúan por un instinto de supervivencia muy ajeno al de la codicia humana. Los cientos de tajos, tiros y vericuetos del subsuelo sólo debilitan la tierra, la aflojan por más que existan las trabes y otros artilugios mineros.

Hoy existen ciudades con una vida contada en años sin que necesariamente llegue el apocalipsis. Poblados como la Villa de Cloete, Villa de Agujita y la mismísima ciudad de Nueva Rosita. Todas establecidas sobre una tierra minada y frágil, sí, sobre centenares de cuevas y tiros abandonados que se vencen día con día. Basta ver las cuarteaduras de las casas y edificios públicos para saber que con todo y que la tierra es fuerte, hay un límite de resistencia cuando esta ha sido mancillada en un abuso perpetuo y malicioso.

Hoy Coahuila es una tierra de oportunidades, sí, de oportunidades para quienes maquinan la destrucción de sus hermanos esclavizándolos para apoderarse de su fuerza hasta causarles la muerte si es posible. En muy poco tiempo sólo han dejado un territorio vapuleado y violado al que le bastarán siglos para recobrar esa salud y volver a ser el mismo.

Cuánta tristeza causa el hecho de que mientras nuestro planeta trata de decirnos en muchas maneras que ya está cansado de nuestras acciones de garrapata y pulga sobre su piel, con todo y eso no tengamos el sentido común para entenderle y que sigamos así, empecinados en destruir el único hábitat que tenemos para desarrollarnos.  Adieu.

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