“Claudicación sexual”

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Hoy en día todo parece indicar que la sexualidad se ha convertido en un desayuno necesario para la estabilidad emocional del ser humano. El detalle está, que tal actividad erótica no está siendo utilizada a la edad correcta y con la persona correcta. Por otro lado, se tiene que abrir los ojos y aceptar que se vive en una claudicación sexual en la que la maldad masculina se ha volcado contra las más inocentes.

No hace mucho leí sobre cierta inconformidad de una institución tenía sobre lo realista que era la educación sexual en los libros de texto. Lo cierto es que ya no es tiempo de andar con rodeos cuando la juventud está siendo invadida por una sensualidad lo bastante irracional a nivel redes.

Nuestro país ha elevado el cetro de un primer lugar en todo Latinoamérica y un segundo a nivel mundial, como productor de niñas y adolescentes embarazadas. Sólo Estados Unidos le lleva la delantera. Chiapas, Coahuila y Guerrero topetean en cifras como los estados con más chicas grávidas. Las causas de tan penoso mal y según los estadistas, son la violencia sexual, las relaciones íntimas sin protección y los matrimonios forzados.

Yéndonos a los estados, las causas de dichos resultados podrían ser muchas. Chiapas, por ejemplo, es uno de los estados más ricos en recursos naturales, pero de población poco beneficiada a la hora de la repartición de la riqueza. Es conocida su educación precaria y el maltrato hacia el género femenino. Guerrero despunta y reluce por la violencia y la impunidad. Coahuila, por su parte puntea en suicidios y entierros clandestinos. El terror colma su territorio.

Si bien es cierto que en los ochentas y noventas obtener pornografía era toda una odisea, hoy en día basta teclearlo en un equipo móvil y pum, ahí está. La seducción que ofrecen las redes sociales es evidente. Bajo su influjo no sólo caen los niños y los adolescentes, en ella van envueltos adultos y hasta ancianos.

Lo sagrado ha pasado a convertirse en parte de una gama de sarcasmos llenando las redes. Lo que antes se trataba con respeto y pudor, hoy se ventila como un chisme de vecindad. Los comediantes hacen mofa del acto sexual, las monjas renuncian al convenio sagrado de la castidad; los sacerdotes se aparean con menores de edad; los apóstoles de diversas iglesias copulan con los fieles y padres de familia intercambian parejas en vergonzosos swinger exhibidos en redes sociales.

El proceso de la educación sexual en el pasado era muy sabio. Se enseñaba en la educación básica lo que era físicamente los aparatos de reproducción y ya en preparatoria los conocimientos se esclarecían mucho más entre libros y conversaciones de amigos. Hoy es todo al revés. Se tiene sexo y cuando se está en educación media superior, ya cargan un bebé y apenas se están enterando que la mujer tiene un clítoris por atender y el hombre un pene por controlar.

Hoy los usuarios de redes sociales llaman “Bendiciones” a los hijos procreados fuera o dentro del matrimonio. Con ello se ha fomentado la creación de un sinnúmero de memes. Dentro de la broma y el sarcasmo que esto significa, bien es cierto que lujuria y pasión, sumada con la desinformación, da como resultado una “bendición”.

La llegada de un hijo al vientre de una mujer no es cualquier cosa. Son muchas las mujeres que al no saber cómo enfrentar un desafío tal, optan por la cruenta decisión de abortar en un acto desesperado por librarse de lo que ellos mismos llaman error. Ocho de cada diez jovencitos abandonas la zona del crimen dejando en el abandono a las mujercitas.

Desafortunadamente existe toda una generación de niños que ha demudado las actividades infantiles por las propias de un adolescente. Grandes tiendas que antes recibían notables entradas de dinero a causa de la venta de juguetes hoy ya se han declarado en quiebra. Fabricantes de triciclos, patinetas y bicicletas han bajado marcadamente su producción debido a que los padres ya no dejan que los hijos anden fuera de casa pasadas las ocho de la noche a causa de los altos índices de terrorismo.

No es desconocido que muchos de nosotros, todavía en los años ochenta y noventa solíamos estar fuera de casa sin problema alguno. La chaviza tornaba a casa al grito de una madre o al chiflido de un padre. Era una generación de televisión en blanco y negro y juegos de patio.

El tiempo perdido no existe. Todavía hay en casa hijos que escuchan y atienden. Hagámosles ver que lujuria y pasión fuera de control, sólo puede acarrearles una “bendición”, cosa que claro, lo sería en las condiciones naturales y en los tiempos correctos. Adieu.

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