“Chuchín Ramos y la mordaza de sangre”

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“Buenos días a todos, pasen un excelente y leal fin de semana con la familia y amistades” fueron las nobles y bien intencionadas palabras que el gran comunicador tabasqueño Chuchín Ramos expusiera en varios grupos de WhatsApp. Tristemente fueron las últimas pues horas después perdería la vida en un café a manos del crimen organizado.

Desafortunadamente su postremo mensaje no pudo llevarse a cabo en su misma vida. Apenas daba inicio su fin de semana cuando la maldad entró por la puerta grande y aprovechando la impunidadreinante por todo el país truncó una vida que vivía anhelando el bienestar de su ciudad.

Eran las 6:45 de la mañana en la región de Los Ríos en Tabasco. Sin esperarlo nadie la paz se cercenó cuando una serie de disparos en un conocido café de Emiliano Zapata causaron la insospechada muerte de Jesús Eugenio Ramos Rodríguez, mejor conocido entre el mundo periodístico tabasqueño como “Chuchín”.

Ante la funesta noticia, el gobernador del estado Adán Augusto López, expuso en un evento público que el hoy extinto locutor del programa “Nuestra región, hoy” por la 99.9 FM por más de dos décadas, había sido un periodista con mucho influencia en toda la región. Lamentó la pérdida e informó que se estaban haciendo las investigaciones necesarias para dar con los responsables. Desafortunadamente han sido tantas las muertes de periodistas y comunicadores por todo el país y tantas las promesas de dar con los culpables sin resultado alguno, que la fe se ha ido consumiendo de a poco. Este certero crimen huele a impunidad simplemente porque los decesos de reporteros han pasado a ser  crímenes sin importancia.

Entre las muchas heredades dejadas al gremio reporteril de manos del hoy extinto periodista, está su nobleza a la hora de comunicar y sus maneras tan afables de ser. Veinte años al aire eran la prueba de un brillante carisma.

Según Reporteros sin Fronteras, México se ha convertido en uno de los países más peligrosos para quien tenga por profesión o afición el de ser corresponsal.

Sólo del 2000 al 2016, una centena de hombres y mujeres dedicados a ser juglares noticiosos fueron aniquilados por quienes incomodados por sus notas informativas decidieron quitarlos del camino arrebatándoles la vida.

El proveer información es indispensable en un país que se designe democrático. La libertad de expresión es tan necesaria como el respirar o el alimentarse. Es literalmente imposible vivir sinestar informados de todo cuanto sucede a nuestro alrededor.

No hace mucho el presidente López Obrador dijo: “No hay escoltas, no hay guardaespaldas para políticos, para altos funcionarios públicos, pero sí para quienes padecen de acoso y de amenazas. Los que pueden tener en riesgo su vida tienen todo nuestro apoyo”, sin embargo, los crímenes continúan de un modo avasallante y uno de cada tres reporteros en nuestro país es ejecutado sin que se enciendan las alarmas.

Nadie desconoce que Tabasco es un sitioestratégico para el narcotráfico. Es disputado por poderosos cárteles que no dan tregua causando en ello la muerte de civiles. El narco es sólo un caso de criminalidad, igual existe la trata de blancas y el secuestro, todo amparado por una amplia red de corrupciónhaciendo posible la decadencia y la imposibilidad de impartir justicia.

Quizá quienes enviaron a los matones a ejecutar al comunicador tabasqueño pensaron que con tal acción coartarían la misión de comunicar. Para fortuna nuestra mientras uno muere, dos saltan a alzar la voz y si esos dos al mismo tiempo perecen, otros tres emergerán de la necesidad de comunicar.

Los buscadores y proclamadores de la comunicación jamás dejarán de existir. Mientras exista la verdad, las buenas nuevas, la noticia noble, siempre habrá un individuo con cámara, micrófono o libreta en mano para tomarla y posteriormente comunicarla.

El periodismo es una labor por demás noble. Escuchar la verdad es mucho muy incómodo para quienes se sienten aludidos y que antes que enfrentar a la justicia o ennoblecer la verdad que es el máximo don que podría mortal anhelar, optan por la criminalidad.

Ambicionemos que la justicia se alce poderosa como lo es en sí misma y que la malignidad que ya es una mancha oscura contaminándolotodo no siga avanzando y dañando el alma de los inocentes.

Una densa niebla llena el corazón de quienes militantes son de este digno oficio. Sentimos que algo nos ha sido arrebatado, que en algo se nos ha abofeteado y que no hay nadie que nos de consuelo.

¿Cuántos juglares más? ¿Cuánta sangre deberá correr para que por fin el gran Hermes, mensajero de los dioses venga a hacernos justicia? Si tan sólo nos cuidáramos a nosotros mismos y a quienes nos rodean, se extirparía ahora sí y de un solo golpe toda esta barbarie que nos azota. Adieu.

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