“Cambio climático, el último acto”

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Pienso en Platón y su idea de que la ignorancia es la semilla de todo mal. Ignorar la muerte de miles de peces en los ríos contaminados, ballenas asesinadas, mamíferos de pieles finas torturados y delfines descuartizados no nos vuelve solamente ignorantes sino idiotas en un mundo cauterizado por la vanidad y el deseo de acabar con todo.

El escenario del último acto de esta gran puesta en escena no es la Scala de Milán ni el Metropolitan ópera House. Tampoco es dirigida por grandes maestros de la batuta como ZubinMetha o Daniel Barenboin. Mucho menos interpretada por sopranos como Monserrat Caballé o tenores como Fernando de la Mora. Lo más desafortunado de esta ópera trágica es que el escenario es nuestro propio planeta. Dirigida por nuestras insensatas y voraces decisiones de desearlo todo e interpretada por el dolor de un mundo que gime y se acaba a una velocidad increíble. Los humanos nos hemos vuelto personajes ciegos y mudos ante una fauna y una flora que se expresaa gritos pidiendo ayuda. El alto grado de perversidad que tenemos ha causado un daño tan irreversible a nuestro hábitat que el finalede este último acto sin duda alguna está siendo tan destructivo como el de un Don Juan aniquilado por un justiciero Comendador en “Don Giovanni” de Mozart, sí, un finale con un tutti orquestal de un caos llenándolo todo.

El libreto del episodioconcluyente muestra el hundimiento de un portentoso Iceberg de más de 6000 kilómetros cuadrados en la plataforma de hielo Larsen en la Antártida. Lo caliente del planeta ha provocado el desprendimiento de grandes montañas de hielo en ambos polos causando la muerte de algunas especies.

La devastación que los huracanes, ciclones, maremotos y terremotos han dejado sobre la faz de la tierra se une al hallazgo en Arkansas de cientos de peces y pájaros exánimes; lo sucedido a lo largo de 70 km de la costa norte de territorio peruano en la que más de 1200 pelicanos, 3000 delfines y algunos lobos marinos fueron encontrados muertos. No olvidemos la mortandad de entre 5000 y 10,000 peces pequeñosen el río paraguayo Confuso, al noroeste de Asunción. Y por si fuera poco, la muerte de más de 40 mil crías de pingüinos en “La tierra Adelaida” a causa de lo difícil que ha sido para los progenitores proveer a tiempo los alimentos debido a los obstáculos que han provocado los derrumbes de hielo.

Desde la denominada Revolución industrial y el establecimiento de cientos de empresas alrededor del mundo, el planeta en sí comenzó a marchitarse. Este tercer planeta se ha convertido en un territorio en el que la biodiversidad se ha ido opacando de apoco con la voracidad consumista del hombre. Aun cuando la naturaleza bien podría dar a manos llenas, han sido todas esas industrias y sus agentes contaminantes los que han ido acabando con la vida natural. La flora y la fauna ya no están siendo amenazadas como se decía antes, hoy la mano del hombre ha dejado de ser una intimidación para convertirse en un crimen real. Lo que antes era una simple tala de árboles, hoy es una deforestación delictiva que desde los cielos bien puede notarse. Tanto la Selva Lacandona, como el Amazonas han reducido su territorio de un modo alarmante. El planeta posee cada vez menos aire y cada día nos cuesta más y más respirar para sobrevivir.

Morder la mano de quien nos da de comer se ha convertido en un dicho muy literal. Mientras unos creen que el planeta ha sido creado por evolución, otros aseveran que seres extraterrestres pusieron vida en este lugar. Sea de un modo u otro hubo algo que sembró unaprimera semilla, una fuerza mayor, como dijera el mismísimo Einstein en 1943 cuando se le preguntó cómo era su Dios.

“Dios es un misterio, pero un misterio comprensible. No tengo nada sino admiración cuando observo las leyes de la naturaleza. No hay leyes sin un legislador.”

Hoy los grandes líderes del mundo parecen estar mucho más interesados por el establecimiento de más y más industrias pues eso genera entradas millonarias de dinero. Para ellos ahora no importa el enviciamiento del planeta ni el caos que se genera minuto a minuto. Hoy la siega de árboles ha pasado de ser inmoderada a devastadora y al borde de la desaparición están las especies de animales cuyas pieles son sumamente codiciadas. Lo difícil que se ha convertido su captura, por ser cada vez más difíciles de encontrar, ha llevado a los diseñadores a echar mano de la fantasía. Hoy nuestro planeta está siendo desvalijado, la rapiña se ve por doquier en la que la tierra es violada por grandes empresas mineras que han causado kilómetros de erosión y mortandad. Los mares han sido contaminados por litros y cientos de litros de petróleo y otros desechos tóxicos. Los ríos han pasado a convertirse en riachuelos contaminados y cargados de basura y animales muertos.

Del mismo modo es demasiado presuntuoso seguir o apoyar la teoría darwiniana sobre nuestra ascendencia del mono. Es cruel el afirmar que en la evolución del ser humano tenemos como “familiar” a una especie de mamíferos de naturaleza tan noble que, como vuelvo a decir de modo recalcitrante, es y será por siempre una blasfemia conjeturar que provenimos de ellos siendo nosotros tan crueles.

Si tan sólo pudiéramos adaptar a nuestras vidas las filosofías de las cientos de tribus precolombinas cuyo respeto a la naturaleza era tal que nunca necesitaron de Revoluciones industriales para vivir en armonía. Se regían bajo la norma del respeto a la madre tierra, al padre sol y a la abuela luna. Amaban el brillo de las estrellas y el vuelo del colibrí. Hoy la vanidad del hombre ha rebasado la estupidez a desear tener en casa animales disecados como si no bastase escupirle el rostro a Dios por semejante osadía. El epíteto de tontos nunca nos quedó como seres humano, el de estúpidos sí. Por siglos escupimos hacia arriba creyendo que el esputo no retornaría, pero helo aquí, la naturaleza nos enfrenta burlándose de nuestra nimiedad, de ser nada ante su fuerza y ante la fuerza de ese ser que algunas religiones creen nos trajo al mundo. Adieu.

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