“Ambientalistas, enemigos supremos”

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 El mundo está lleno de ambientalistas, personas que poseen un espíritu tan refinado que muy pocos pueden entender. De las pocas personas que he conocido y que puedo decir son en verdad protectores de la flora y fauna, todas convergen en algo: el amor al planeta.

Indagando más adentro, la gran mayoría de ellos recibió de sus padres un profundo amor por la naturaleza. Poseían en casa jardines, cuidaban de sus mascotas y eran de esos niños que no toleraban el ver que alguien más desechara la basura por la ventanilla del bus escolar. No me equivocaría al decir que todos nacemos ambientalistas. Nacemos de una divina naturaleza perfecta. Ya en el mundo, quienes son llamados padres son los que nos impelen a valorar lo que por derecho nos corresponde, los bosques, las selvas, los ríos, etc. La realidad es que no hay niño que en su infancia y en sus primeros trazos como artistas  no haya dibujado un río, una montaña, un cometa. Nacemos nobles, eso es indudable. Conforme vamos creciendo al mismo tiempo vamos desarrollando las malas costumbres de los demás. Comenzamos a abusar del más débil, del que no puede defenderse. Entre todo eso va el ser humano, los animales y el medio ambiente. No parecemos darnos cuenta que al hacerlo cerramos las ventanas a la vida.

Para muchos, los ambientalistas y los protectores de sitios religiosos son personas non gratas, seres molestos que entorpecen las labores de enriquecimiento de unos cuantos. Para muchos otros son guerreros que lideran una batalla constante contra la destrucción del planeta.

En todo el cono sur, México tiene una posición muy elevada y penosa en su número de crímenes contra protectores de santuarios y ambientalistas. Real de catorce, por ejemplo, es un sitio en el que los huicholes poseen sus sitios de adoración desde tiempos inmemoriales. Desafortunadamente esos mismos sitios son vetas riquísimas en minerales. A causa de que el hombre no respeta la ideología de su prójimo, es por lo que hoy se han asesinado a lideres wirakutas. El buen espíritu del hombre se ha enfriado a la par con la tecnología. Los mismos científicos han dicho que trastoda esta avanzada tecnológica, hay algo muy fuerte, algo divino. Con todo y ello el hombre le ha hecho una guerra a su propio creador y al mismo tiempo a sí mismo. Suena ridículo, mas sin embargo, el mismo humano se ha dado a la tarea de oprimirse la nariz robándose así mismo el oxígeno.

Citar nombres de personas que han luchado y dado enteramente su vida en bien de su prójimo y del planeta, sería llenar hojas y libros. Simplemente el continente africano a tenido una cantidad grande de luchadores sociales y del medio ambiente, pero del mismo modo también crecido el número de crímenes contra estas personas. Lo peor es que como sucede con los cientos de reporteros asesinados, no parece haber eco y justicia.

Irma Galindo, ambientalista oaxaqueña estuvo varios días desaparecida. Nadie dijo que estuviera muerta, sin embargo, ella misma había revelado en sus redes sociales que era asediada por personas que se oponían a sus jornadas en defensa de las zonas naturales de su estado. En sí, acusaba al alcalde en funciones del municipio de San Esteban Atatlahuaca, en Oaxaca, Heriberto Nicanor Alvarado Galindo  y a Crescenciano Sandoval Quiroz, comisario del lugar.Al día de hoy, Irma fue encontrada sana y salva. Confesó que ella misma se había ocultado por miedo a que prosperaran las amenazas emitidas contra ella por las personas antes mencionadas.

Previo a su encuentro, amigos y allegados cada vez perdían más la confianza de que aparecieradebido a que tala montes y gobierno suelen estar coludidos en actos viles de corrupción. Tan grave había estado la situación que nadie había osado ir a su casa por miedo a represalias del crimen organizado. La misma Irma ha dicho que desde donde se encuentre seguirá dándole combate a los que intenten destruir su tierra, una tierra que según ella les ha sido dada por herencia desde tiempos inmemoriales.

¿Qué sería de nosotros si un día se rindieran los ambientalistas? No me imagino el mar sin esos vigías cuidando que no se cace la ballena, el delfín, las focas, las tortugas. No me imagino un bosque ahora sí que a la buena de Dios siendo destruido por voraces tala montes.

Sin duda alguna tenemos una gran responsabilidad con nuestro planeta. Es un deber tan humano que no debemos esquivar. Es hoy y no lo podemos posponer. Adieu.

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