“¡Adiós, Michelle Obama!”

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Contadas son las mujeres que trabajan en la política y que poseen esa magia tan codiciada que tuvo la Primera Dama de los Estados Unidos de Norteamérica. Es claro que hablamos de Michelle Obama, esa mujer cuyos atributos como la cordura, la sencillez, la belleza, el servicio, la amabilidad y cientos de adjetivaciones más, fueron el pan de cada día durante el tiempo en el que duró la administración de su esposo Barak Obama.

Sin lugar a dudas su ausencia en la Casa Blanca no sólo dejará un vacío en dicho lugar, sino en el mundo entero. La ahora ex Primera Dama siempre estuvo alejada de los escándalos y excentricidades dedicándose al cien por ciento a apoyar a su marido durante el tiempo como presidente de la nación más poderosa del orbe, colocándola desde un inicio en las portadas de las revistas de más renombre, videos de internet que circulaban a la velocidad del viento y otros programas especiales que no hablaban de otra cosa que la vida hogareña y cultural de esa novedosa mujer de color. Ya se le veía en sus huertos cultivando hortalizas o pedaleando su bicicleta con sus hijas junto al lago Michigan. Se le veía ejercitándose o leyendo algún libro en la comodidad del jardín en su casa o de compras en cualquier supermercado. Sin lugar a dudas una mujer como ella es un caso sumamente novedoso en un mundo en el que se cree que ser político es vivir en medio de reuniones y viajes de negocios. Lejos de ser heredera de una cuantiosa fortuna por parte de sus padres o descendiente de viejas estirpes del viejo mundo, Michelle vivió una vida como cualquier mujer que se ha dedicado a preparase para terminar siendo algo de valor al mundo.

─A mi hermano le preguntaban─ comentó un día─ ¿qué carrera quieres seguir? Y a mí en cambio me cuestionaban sobre qué clase de hombre me gustaría elegir. Una de las lecciones con las que yo crecí fue permanecer siempre fiel a mí misma y no dejar que lo que otra persona dijera me distrajera de mis objetivos. Por eso, cuando oigo hablar de ataques negativos y falsos hacia mí intento no invertir nada de energía en ellos, porque sé lo que soy.

Así y con metas firmes y decisiones basadas en una educación recia de principios, sus estudios, sus esfuerzos y la meta inequívoca de superarse en todos los aspectos de la vida, la rigieron y la colocaron en sitios siempre privilegiados… en sí son muchos los que se preguntan: ¿Qué tenía Michelle que la hacía tan atractiva? ¿Su porte? ¿Su actitud? ¿Sus modos tan sencillos de ser? ¿Acaso su sonrisa?… como se dijo al inicio, son pocas las mujeres que logran despuntar por su actitud antes que por sus posesiones materiales. Hoy el mundo ya no sólo es de ánimo capitalista, igual lo es consumista y orgulloso. Gira alrededor de la vanidad, lo superfluo y del poder. La moda rueda en torno de una pandemia llamada Kardashianitis cuyo origen y fuera de su poderío económico es la ausencia de cerebro. Brillar con luz propia y sin adornos artificiales es una tarea de actitud y eso Michelle supo manejarlo a la perfección.

El mundo de la farándula y de la política está colmada de estatuas de cera que no cumplen otra función que el de estar ahí sin cumplir una misión de provecho a la humanidad. Por otro lado existen personas que sin planearlo se convierten en celebridades que logran pasar el límite de la muerte para permanecer, para nuestro beneplácito, entre los vivos. Su permanencia en el recuerdo no es precisamente a causa del despilfarro económico ni sus modos groseros de conducirse, todo lo contrario. Su calidad de duración estila en una particularidad: Servicio teñido de sinceridad. Podríamos citar sin temor al error a Lady Diana, princesa de Gales y por otro lado la argentina Eva Perón, que ser llamada con cariño “Evita” tenía mucho qué ver.

Las antes aludidas y del mismo modo que Michelle Obama, irradiaban una belleza natural admirada por las masas. Sus maneras de ser con los desvalidos iban mucho más allá que un requisito como figuras políticas. Todas ellas daban mucho de qué hablar por salirse de lo rígido de los protocolos.

Ahora que la administración de Barak Obama concluye, el mundo igual le dice a su esposa un ¡Adiós, Michelle, adiós!, pues ha dejado, pese a sus muchos detractores un legado de sencillez pocas veces visto. Una herencia de virtud muy alejada del desparpajo que otras mujeres de la política han dejado como evidencia de su codicia y que hoy, por no recordar sus nombres son señal de que fueron almas muertas de la historia en el mundo.

Michelle, hoy el mundo echará de menos tus modos de improvisar, de bailar, de hablar con la gente en pleno parque, de defender tu género y pensar en que el mundo podría ser mejor si todos juntos tomaran el mazo en la mano y se echaran a trabajar en comunión.

También dijo:

“Estoy aquí hoy porque quiero darles un mundo mejor; un mundo donde tendrán las oportunidades con las que nosotras y nuestras madres y abuelas solo pudimos soñar.”

Así que, con toda sinceridad podremos decir ¡Adiós, Michelle Obama!

Adieu.

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